El próximo martes, ASAJA-Sevilla y Asociafruit llevarán a cabo una fritada comparativa entre la patata nueva española y la patata francesa de importación, conservada en cámaras, para poner de manifiesto que las propiedades gastronómicas y culinarias de estas patatas son inferiores, ya que en el proceso de conservación la patata francesa ha convertido su almidón en azúcares, por lo que esta patata vieja cuando se fríe se ennegrece y se reblandece, empeorando su aspecto y su sabor.
Además, ASAJA-Sevilla y Asociafruit repartirán 2.000 kg de patatas en este acto con el que se pretende poner en valor las bondades de nuestra patata nueva.
La patata nueva es una patata fresca, plena de sabor, saludable, que se recolecta y se comercializa durante la temporada, sin pasar por ningún proceso de conservación y en cantidades suficientes para abastecer al mercado nacional y europeo. ¿Por qué entonces España importa el 70% de patatas de otros países, fundamentalmente de Francia? Y encima nos envían patatas que no son frescas como la nuestra, sino de conservación, mantenidas nueve meses a baja temperatura, con la consiguiente pérdida de frescura y de parte de sus propiedades, entre otras, de sus aptitudes para la fritura, principal uso culinario en nuestro país.
Al cultivo de la patata nueva, un producto básico en el menú diario de una dieta equilibrada, se dedican en la provincia de Sevilla 3.500 hectáreas, el 44% de la superficie total de patata nueva de Andalucía (8.000 hectáreas). El cultivo genera cerca de 70.000 jornales anuales en la provincia de Sevilla.
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