Los remolacheros europeos denuncian que la refinería estadounidense American Sugar Refining Inc.(propietaria de la refinería Tate & Lyle en Londres y de la marca Tate & Lyle) está realizando un activo “lobbying” junto con una campaña de comunicación para quejarse de que la Comisión Europea ha beneficiado al sector remolachero en detrimento del de refinado de azúcar.

La Confederación Internacional de Remolacheros Europeos (CIBE) ha rebatido los tres argumentos esgrimidos en esta campaña de presión, que en su opinión, están basados en conceptos erróneos:

– La cantidad de azúcar que importa la UE es suficiente y el mercado está equilibrado. Además, las importaciones de azúcar se han elevado a niveles sin precedentes. Las importaciones preferenciales se han completado con importaciones no preferenciales en 2011/12 hasta alcanzar los 3,5 Mt entre azúcar en bruto y refinado.

– La UE no debería importar más azúcar de caña en bruto de los socios no preferenciales. Desde 2009, el mercado comunitario del azúcar está totalmente abierto (libre de cuotas y de aranceles) a todos los países en desarrollo (países ACP y LDC). Por tanto, más importaciones de azúcar de caña en bruto de otros países, como por ejemplo de Brasil, solo conseguiría erosionar las preferencias que han conseguido estos socios tradicionales.

– La industria de la refinería no ha sido tratada injustamente por la UE y el problema de su actual exceso de capacidad no puede resolverse importando más. Las refinerías no realizaron el proceso de reestructuración que se inició en 2006 a pesar de haber recibido 150 millones de euros y a diferencia del sector remolachero que si lo hizo: cerraron 83 de las 189 fábricas de azúcar existentes, 140.000 remolacheros abandonaron el sector y se perdieron 22.000 puestos de trabajo directos.

El próximo 17 de septiembre se celebrará un taller en el PE donde se discutirá el futuro del sector del azúcar después de 2015. La CIBE ha pedido a los europarlamentarios tengan en consideración el informe del Sr. Datin que apoya que se prorrogue el actual sistema del azúcar hasta 2020.