En un pequeño pueblo de los Alpes austriacos, Stallhofen, los vecinos se quejaron a un ganadero del ruido que provocaban las campanas que colgaban del cuello de sus vacas, especialmente de noche, impidiéndoles dormir. El ganadero defendía que el ruido de las esquilas de las vacas no solo le permitía saber donde se encontraban sus animales, sino que además era un símbolo del medio rural austriaco.

El caso llegó ante los Tribunales y el juez del distrito Erich Kundegraber se desplazó a la localidad para comprobar in situ el nivel de ruido provocado por las campanas. Dictaminó que mientras las vacas estuvieran en un prado cercado en las proximidades de zonas residenciales, la campana no era necesaria para la localización de los animales, por lo que ha obligado al ganadero, a que en esos momentos, retire las campanas. El incumplimiento de este mandato podría conllevar n multa a la explotación.

El dictamen del juez también recoge que el ruido de las esquilas no es ningún símbolo tradicional de las zonas rurales austriacas.