La investigación y comercialización de nuevas variedades obtenidas mediante el uso de la ingeniería genética esta concentrada hasta ahora en empresas privadas de los países industrializados. Este hecho es una causa de preocupación en los países en desarrollo en el sentido de que no puedan beneficiarse de los avances de la biotecnología o de ser objeto de dependencia de estas empresas.

Esta cuestión se analiza en un trabajo publicado por la FAO titulado “Biotecnología: Opciones políticas para asegurar el acceso a los más pobres” que analiza la situación actual y la influencia de las leyes de propiedad intelectual y la concentración de las empresas en el desarrollo y difusión de los OMG.

Según las conclusiones del estudio, agricultores y consumidores son los principales beneficiarios de la introducción de los OMG, por delante de las misma empresas semillistas, indicando que los serían también incluso en el hipotético caso de que las variedades utilizaran técnicas de restricción que obligaran a compra cada año las semillas (GURT).

Los autores concluyen que el empleo de la biotecnología en la agricultura de países en desarrollo no podrá nunca por sí solo eliminar la pobreza y la inseguridad alimentaria de estos países, pero puede ser un importante instrumento que contribuya a ello, sugiriendo tres grupos de opciones políticas: Fomento de la inversión privada en investigación y comercialización de variedades adaptadas a las condiciones de estos países; fomento de la investigación pública y políticas de empresas conjuntas publicas y privadas que gestionen el uso de la tecnología propietaria.