En un momento en que la ganadería española se enfrenta a críticas por su impacto ambiental, el sector está demostrando que puede pasar de ser señalado como parte del problema a liderar soluciones sostenibles. Lo que antes eran residuos que generaban preocupación (purines, estiércoles, gallinazas) hoy se está transformando en energía, fertilizantes orgánicos y una herramienta clave para la bioeconomía circular. La pregunta ya no es si podemos reducir los impactos de la ganadería, sino si seremos capaces de aprovechar la oportunidad de situarla en el centro de la transición ecológica.Un pilar económico y social
La ganadería es uno de los grandes motores de la economía española. Con más de 360.000 explotaciones, da empleo directo a medio millón de personas y aporta 20.000 millones de euros anuales a la producción final agraria. España es líder europeo: primer productor de porcino y ovino, segundo en avicultura y tercero en carne de vacuno. Además de su peso económico, mantiene vivos nuestros pueblos, conserva los montes y contribuye a prevenir incendios gracias a la ganadería extensiva.
Del reto ambiental a la oportunidad
Como todo sector productivo, la ganadería genera emisiones de gases de efecto invernadero, ( en torno al 8% según la Comisión Europea), y toneladas de deyecciones animales. Durante años esto fue visto sólo como un problema. Sin embargo, gran parte de estos residuos se reincorporan a la tierra como fertilizantes orgánicos, cerrando el ciclo de la bioeconomía circular.
En los últimos años el sector ha dado un paso más: los estiércoles y purines se están utilizando en plantas de compostaje, desnitrificación, biogás y biometano. De este modo, lo que antes era un residuo difícil de gestionar se convierte en energía, calor o gas renovable, y en fertilizantes sostenibles que sustituyen a los minerales.
Mirando a Europa, con los pies en España.
Alemania y Dinamarca llevan más de 20 años apostando por el biogás, integrando su uso en granjas, aeropuertos e industrias locales. España intentó dar ese salto en 2007, pero los proyectos quedaron a medias. Hoy tenemos una nueva oportunidad que no podemos dejar escapar.
Eso sí, para que funcione, es imprescindible:
- Explicar con transparencia a la ciudadanía qué se hace en las plantas de biogás y cómo se garantiza la seguridad ambiental.
- Evitar la especulación de fondos de inversión, priorizando el impacto social y local frente a la rentabilidad a corto plazo.
- Asegurar el equilibrio entre beneficio económico, respeto al medioambiente y bienestar de las comunidades cercanas.
Convertir el reto en futuro
La ganadería española ya no sólo produce carne de calidad bajo los más altos estándares europeos; también está llamada a ser protagonista en la producción de energía renovable y fertilizantes sostenibles. El reto es claro: pasar de residuos que generan conflicto a recursos que impulsan una nueva economía.
Si queremos mantener la vitalidad de nuestros pueblos, la competitividad del sector agroalimentario y el liderazgo en la bioeconomía circular, necesitamos apostar sin titubeos por el biogás y el biometano. El futuro de la ganadería está en transformar cada dificultad en una oportunidad.
No dejemos que esta ocasión se pierda.
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