Durante más de 40 años, la eficiencia alimenticia ha formado parte del programa de mejora genética de PIC.
Hoy disponemos de más de 30 millones de registros de ingesta tomados individualmente. Nuestra tendencia genética anual muestra cómo estamos mejorando la conversión en 23 g de pienso menos por cada kg de peso ganado. El consumo de pienso se mide individualmente usando sistemas electrónicos de registros de ingesta en nuestras granjas Núcleo.
En una situación de mercado como la actual, donde se predice un encarecimiento de los costes del pienso, ¿Puede permitirse no tener en cuenta la mejora en eficiencia alimenticia, al elegir a su proveedor de genética?.
Y recuerde que la rentabilidad de su sistema proviene de ambos lados de la ecuación; diseño del pienso a costes competitivos y la eficacia alimenticia de la genética utilizada.
Una docena de ideas para reducir los costes de alimentación
¿Está buscando una manera de consumir menos pienso sin perder productividad? Revise estos pasos:
1. Revise su sistema. Utilice los servicios de un nutrólogo que utilizará datos sobre objetivos de producción, rendimiento, dietas, ingredientes, precios, capacidad de molienda y manejo y redactará un plan de actuación. Se trata de poner las cosas en papel para comunicarlo a todo el mundo involucrado en el proceso de forma que nos permita realizar un seguimiento.
2. Minimizar desperdicio de pienso . Reajustar los comederos para que sólo la mitad del mismo sea visible en la transición y alrededor de un 70% en el engorde puede mejorar la eficiencia alimenticia en 0,1 – 0,2 puntos. Pese a que el equipamiento puede ser defectuoso, los ajustes incorrectos suelen ser debidos a una falta de comunicación con el personal de granja.
¿Qué hay de los subproductos?
A los productores que piensen en el uso de subproductos, Domingo Carrión, nutrólogo de PIC Europa, les recuerda que:
– Hay que evaluar su contribución utilizando sólo los principales componentes que afecten al valor nutricional: energía metabolizable, nivel y digestibilidad de aminoácidos, nivel y disponibilidad de fósforo.
– Utilizar las mínimas fuentes posibles. Los estudios muestran una alta variabilidad entre fuentes, complicando la formulación de la ración.
– No hay que basarse en las especificaciones genéricas. Hay que exigir perfiles completos y actualizados de los productos a cada proveedor.
– Hay que asegurarse de que se realicen análisis de micotoxinas y controles de calidad.
3. Primero la energía. Los elevados precios de la harina de soja de las últimas dos décadas, han creado la sensación en los productores de que hay que reducir los costes en la proteína. Los precios actuales de los cereales, junto a los precios estables, o descendientes, de la harina de soja, cambiarán esta dinámica. Por ejemplo, con la harina de soja y maíz algo más cara que el actual, la lisina sintética, al precio actual o superior, podría ser eliminada por completo de la ración estándar de engorde.
4. Tener cuidado con los aditivos. A raíz de la prohibición del uso de antibióticos como promotores, hay que analizar el uso de vitaminas, minerales, fibras y otros aditivos que, aunque pueden mejorar la producción, pueden quedar “olvidados” dentro de la ración sin ser revisados y sumando al coste.
5. Buscar alternativas. Hay que explorar todos los ingredientes alternativos disponibles, incluyendo subproductos de trigo, cebada, panadería, DDG’s… Pero también hay que buscar alternativas en la forma de administración, como la alimentación líquida. Este tipo de alimentación permitirá aprovechar cierto tipo de subproductos que no serían utilizables en sistemas de alimentación convencionales.
6. Poner al día el sistema de recogida de datos. No pueden tomarse decisiones precisas sobre los costes de la alimentación si no se parte de unos datos fiables (pesos de los animales, consumos…). Esto se consigue con unos protocolos específicos y escritos que aseguren que los trabajadores recogen correctamente los datos.
7. Respetar los presupuestos. Recalcular la rentabilidad de aumentar en una dieta nuestro sistema de alimentación por fases considerando el coste que ello supone. Ajustar el presupuesto para evitar la sobre- o la sub-alimentación.
8. Pellets. Una alimentación con pellets de buena calidad puede mejorar la conversión en 0,2 puntos. Algunos estudios apuntan a una posible mejora en la ganancia media diaria. El uso de pellets permite la adición de altos niveles de grasas. Hay que controlar un posible aumento de úlceras, aunque la relación todavía no está clara.
9. Revisar la molienda. La harina del pienso debe estar entre los 600-700 micrones. Cada aumento de 100 micrones tendrá una repercusión negativa de 1,3 % en la eficiencia alimenticia.
10. Considerar la venta temprana. Algunos productores están replanteándose reducir el peso de venta de los animales y de esta forma reducir el índice de conversión. Pero dicha decisión necesita considerar la ecuación completa; mercado, costes no alimenticios a diluir, etc. Es una decisión compleja que requiere una consideración cautelosa.
11. Ser consciente por lo que se paga. El aumento de precios hace aflorar quejas y comparaciones. Asegurese de que el perfil nutricional de los ingredientes/pienso que utiliza son correctos y similares a la hora de comparar, y que las fluctuaciones esperadas en sus resultados productivos están basadas en sus propios datos y manejo.
12. Seleccione machos en base a su información genética de eficiencia alimenticia. Dicha información debe estar en manos de tu proveedor habitual de genética y lista para ser compartida contigo. Plantea cambiar, si tu proveedor no realiza medidas directas de ingesta y ganancia, pues la estimación para el valor genético para índice de conversión será correlacionada y débil.
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