Un equipo de la Universidad de California (Davis) ha descubierto una importante clave genética de cómo el trigo se puede adaptar a los diferentes climas, una de las razones por la que ha llegado a ser uno de los principales alimentos básicos. Los trabajos se han publicado en el número de 12 de marzo de la revista científica Science.
Se han aislado dos genes denominado VRN1 y VRN2 que controlan la llamada vernalización, el proceso por el que se requiere pasar frío como señal previa para comenzar la floración. La pérdida de funcionalidad de ambos genes por mutaciones revierte en variedades que no requieren pasar frío para iniciar la floración, como son las de siembra primaveral. Por el contrario, las variedades de siembra otoñal tienen normalmente activo el dispositivo genético, lo que protege a la planta de una floración anticipada que aumenta el riesgo de daños por frío.
Durante los 10.000 años de continua modificación genética del trigo, han ocurrido muchas mutaciones de ambos genes, adaptándose las variedades a las diferentes condiciones agronómicas. El conocimiento preciso de estos dos genes y su función permite ahora a los mejoradores afinar aun más sus trabajos de adaptación de la planta a cada situación.
Aunque el trigo es originario de Oriente Medio, se cultiva en prácticamente todo el mundo, gracias a su adaptabilidad y a la selección humana.
El descubrimiento de estos genes se ha hecho por analogía de otros anteriores descubiertos en la planta modelo Arabidopsis thaliana. La región VRN1 se ha encontrado también, además del trigo, en el sorgo y el arroz
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