Cada año, las explotaciones ganaderas de EEUU generan 350 millones de toneladas estiércoles y purines. Estos pueden aplicarse en las tierras de cultivos para su fertilización. Sin embargo, el problema surge cuando se aplica más cantidad de deyecciones ganaderas de lo que la tierra necesita. Un estudio realizado por el Departamento de Agricultura de EEUU ha puesto de manifiesto que una gran mayoría de explotaciones aplican los purines y estiércoles en tasas superiores a las necesidades agronómicas de los cultivos.
De acuerdo con el estudio, solo un 18% de las grandes explotaciones de porcino y un 23% de las grandes explotaciones de vacuno lechero aplican las deyecciones en suficiente terreno de cultivo para cumplir con el plan de nutrientes de nitrógeno. Desde este año, la Agencia de Protección Medioambiental de EEUU ha establecido que las grandes explotaciones ganaderas intensivas tienen que desarrollar e implementar un programa de gestión de nutrientes, de forma que las deyecciones no deben aplicarse por encima de las tasas agronómicas precisadas por los cultivos. Se ha estimado que el cumplimiento de estos programas puede elevar en un 3% los costes de producción de las explotaciones, aunque este porcentaje varía según la disponibilidad de tierras cercanas, dado que cuanto más lejos haya que transportar los purines para su esparcimiento, mayores son los costes.
En las zonas de gran concentración ganadera se ha generado una gran competencia por la tierra en donde aplicar las deyecciones. Además, los agricultores muchas veces recelan en aplicar las mismas, porque desconocen el contenido real de nutrientes que tienen, porque la maquinaria utilizada para su aplicación es muy pesada y compacta mucho el suelo de labor y por el olor que desprenden.
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