Un estudio publicado en la revista Nature Communications ha identificado el mecanismo que utiliza el hongo patógeno Fusarium oxysporum para adaptarse a nuevos ambientes y huéspedes: los transposones o “genes saltarines”. Este hongo, que afecta a más de 150 cultivos y causa pérdidas millonarias en la agricultura, tiene una alta capacidad de transformación que le permite superar resistencias en especies que antes eran inmunes, como ocurrió con el plátano.
El trabajo ha demostrado que los transposones son responsables de más del 70% de las mutaciones detectadas en los experimentos. Se trata de fragmentos de ADN capaces de moverse y reinsertarse en distintas zonas del genoma, generando cambios que facilitan la adaptación del hongo en su carrera evolutiva. Aunque ya se sabía de su existencia en Fusarium, hasta ahora no se había constatado que fueran tan activos.
Un experimento con genomas clonales
Los investigadores partieron de una cepa clonal en la que todos los individuos eran genéticamente idénticos. Al aplicar presión de selección en diferentes medios de cultivo, surgieron mutaciones espontáneas que fueron favorecidas en función de las condiciones ambientales. Posteriormente, al secuenciar el genoma y comparar las cepas iniciales con las que habían evolucionado tras pasar por distintas placas, se observó que los transposones eran la principal fuente de variación, en lugar de simples cambios puntuales de nucleótidos como ocurre en levaduras.
Anatomía del genoma del hongo
El genoma de Fusarium oxysporum está dividido en dos compartimentos: una región central conservada y estable, que contiene la información esencial, y unas regiones accesorias, con cromosomas específicos que no son vitales y pueden cambiar con rapidez. Los transposones se concentran en estas regiones accesorias, favoreciendo la aparición de mutaciones que permiten la adaptación a diferentes condiciones.
Implicaciones del hallazgo
Aunque cabría esperar que esta adaptación aumentase la agresividad del hongo, los experimentos mostraron lo contrario: las cepas cultivadas en placa crecían más rápido y producían más esporas, pero resultaban menos virulentas en la planta. Esto se explica porque Fusarium lleva millones de años adaptándose a sus huéspedes naturales, donde ya alcanza un equilibrio de máxima eficacia.
Los investigadores apuntan que este descubrimiento podría tener aplicaciones prácticas. Cepas con alta capacidad de crecimiento en laboratorio pero baja virulencia podrían llegar a competir o neutralizar a las cepas agresivas en campo. A nivel científico, el hallazgo abre una nueva línea de investigación sobre el papel de los transposones en otros hongos patógenos, ampliando el conocimiento sobre sus estrategias de evolución y adaptación.
El estudio ha sido realizado por un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba con la colaboración de un equipo en Estados Unidos.
Política de comentarios:
Tenemos tolerancia cero con el spam y con los comportamientos inapropiados. Agrodigital se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso aquellos comentarios que no cumplan las normas que rigen esta sección.