Donald Trump ha anunciado la posible imposición un arancel del 25% a todos los productos importados de México y Canadá a partir de su primer día en el cargo ha generado gran preocupación entre los principales socios comerciales del país. Según Trump, estos aranceles permanecerían en vigor hasta que ambos países implementen medidas más estrictas contra el tráfico de drogas, especialmente de fentanilo, y frenen la migración ilegal hacia EE. UU.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha manifestado su rechazo a estas medidas, señalando que su gobierno está dispuesto a dialogar, pero que “los aranceles serían respondidos con otros aranceles”. Según Sheinbaum, esta situación podría poner en peligro los negocios comunes entre ambos países, incluidos sectores clave como el automotriz y el agroalimentario. Además, destacó que el problema de las drogas es una cuestión de salud pública y consumo dentro de la sociedad estadounidense.
En este contexto, se teme que México, al igual que hizo en 2018, responda con aranceles a productos agrícolas de Estados Unidos, como carne de cerdo, frutas frescas y procesadas, y vegetales. Durante ese año, México aplicó aranceles de entre el 15% y el 25% a varios productos agrícolas estadounidenses, lo que provocó un aumento de precios en EE. UU. y tensiones comerciales entre ambos países.
Impacto en el comercio agroalimentario
Estados Unidos, México y Canadá están altamente integrados en términos comerciales, especialmente en el sector agroalimentario. Según datos del Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA), México y Canadá son dos de los mayores mercados para las exportaciones agrícolas estadounidenses, representando un comercio de 28.200 M$ y 27.900 M$, respectivamente, en 2023.
La introducción de estos aranceles podría tener consecuencias importantes para consumidores y productores de ambos lados de la frontera. En Estados Unidos, se prevé que productos básicos como aguacates, tomates, carne de res y queso, que representan gran parte de las importaciones de México, sufran un aumento de precios. De hecho, México abastece casi el 90% de los aguacates consumidos en Estados Unidos y el 20% de las fresas, según el USDA.
Por su parte, los exportadores estadounidenses de carne de cerdo, frutas y productos procesados enfrentarían mayores dificultades para competir en el mercado mexicano debido a los posibles aranceles de represalia. Esto ya ocurrió durante las negociaciones del acuerdo USMCA (antes NAFTA), cuando Canadá y México aplicaron aranceles a varios productos agrícolas en respuesta a las tarifas estadounidenses sobre el acero y el aluminio.
El anuncio de Trump no solo pone en riesgo la estabilidad del comercio agrícola entre los tres países, sino que también podría alterar significativamente las dinámicas de precio y oferta en mercados clave. Con el sector agroalimentario como uno de los principales afectados, la incertidumbre sobre el futuro de estas relaciones comerciales plantea un desafío para agricultores, exportadores y consumidores en ambos lados de la frontera.
Queda por ver si estas amenazas se traducirán en acciones concretas o si se utilizarán como una herramienta de negociación para forzar cambios en la política comercial y migratoria de los países vecinos. En cualquier caso, las repercusiones podrían ser profundas para el sector agrícola norteamericano y global.
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