El sector de la producción y destilación de lavanda y lavandín se encuentra en el centro de tres crisis simultáneas: la crisis del clima, con dos años consecutivos de sequía profunda (las últimas lluvias han sido solo un paliativo temporal), la crisis regulatoria (ante la necesidad de que la Unión Europea respete el carácter natural de nuestros productos) y la crisis de los mercados, donde desde hace tres años los precios de los aceites esenciales puros y naturales han descendido radicalmente, según señalan desde la Asociación Nacional Interprofesional de Plantas Aromáticas y Medicinales (ANIPAM).
En estos momentos, los agricultores de aceite puro y natural de lavanda y lavandín no pueden vender sus productos porque el precio del mercado solo cubre la mitad de sus costes. No hay operaciones de compra-venta. Ante esta situación, desde ANIPAM quieren compartir con la opinión pública, con las administraciones y con todos los sectores implicados, la necesidad de que el valor añadido que genera nuestra actividad pueda llegar a los agricultores en términos de respeto a su trabajo, que hace posible la creación de belleza en nuestros campos y que posibilita el sostenimiento de una actividad económica viable. No olvidemos que detrás del glamour está el trabajo.
Piden que los turistas respeten sus campos, que las administraciones y sus representantes políticos defiendan sus reivindicaciones ante la Unión Europea y que la industria apueste decididamente por productos puros y naturales que puedan ser identificados como tales por los consumidores.
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