Me ha costado entender las razones por las que los bancos no son más proactivos ofreciendo productos financieros con hipoteca sobre fincas rústicas, y sobre todo cuando el dinero es para comprar la propia finca y labrarla de forma personal y directa. La tierra es un bien seguro cuyo valor no ha dejado de crecer en las últimas décadas, es un bien que no se deteriora por un mal uso o actuación maliciosa del usuario -como ocurre por ejemplo con una vivienda o local comercial-, y la elevada demanda hace que el banco se pueda desprender fácilmente de su activo inmobiliario si tiene que efectuar una ejecución hipotecaria. Es muy difícil de entender que todavía hoy, un joven agricultor, pueda acceder con facilidad a un préstamo hipotecario para comprar su primera vivienda en una ciudad o cabecera de comarca, a un plazo de veinticinco o treinta años, y que por el contrario todo sean pegas para financiar la compra de una finca que además de su valor intrínseco, produce, con una hipoteca que en ningún caso será superior a quince años.
Creo que por fin tengo la respuesta. Indagando en los datos que ofrece el INE, en los años anteriores a la crisis económica de 2008 se dieron cantidades ingentes de préstamos hipotecarios sobre fincas rústicas, con cifras de unos 11 millones cada mes en una provincia rural como es la de León. En esa misma provincia hoy la media está en 4 millones al mes, pero ha habido muchos años con cifras de un millón al mes. Y es que la mayoría de las fincas hipotecadas, con la calificación de rústicas, eran fincas compradas con fines especulativos para su recalificación en suelo urbano, fincas de grandes tenedores de terreno que esperaban un golpe urbanístico, a base muchas veces de sobornos, para multiplicar su capital. Los bancos entraron en ese juego dando hipotecas sobre fincas rústicas como si fueran urbanas, y la crisis económica terminó con esta madeja que a punto estuvo de dar al traste con la economía española, después de hacer quebrar a los bancos y cajas menos solventes. Hablar hoy de hipotecar fincas rústicas es mentar “la bicha”, porque los directivos de los bancos y los directivos del organismo regulador, el Banco de España, no pueden evitar poner la mente en esa cantidad de terreno “cuarenta veces refinanciado” que se compró e hipotecó por varias veces su valor real, y que hoy nadie quiere a ningún precio.

El problema de los agricultores y ganaderos es que, cuando vamos al banco a pedir una hipoteca para comprar fincas, nos miran como a los especuladores de la pasada década que soñaban con construir pisos. El Banco de España sigue receloso a este producto y obliga a provisionar a la mínima que el banco aumente el activo, por lo tanto, ninguna entidad se lanza en una campaña para captar clientes de hipotecas.
Nos va a costar hacer ver y entender al Banco de España primero, y a los consejos de administración de la escasa docena de bancos que operan hoy en nuestro país, que el producto que demandamos los agricultores nada tiene que ver con el que le ofrecían a inmobiliarias y constructores. Nosotros compramos las tierras por su valor actual, no pensando en una revalorización a futuro. Compramos para producir y además sabemos cómo hacerlo porque las trabajamos de forma personal y directa. Y las compramos desde un sector, el agropecuario, que es el que tiene una menor morosidad de todos los sectores productivos de nuestro país, y por supuesto menor también que la existente en los préstamos al consumo de particulares.
En resumen, necesitamos comprar tierras para poder seguir siendo agricultores y necesitamos para comprarlas que los bancos nos vean como agricultores y no como especuladores. Comprar tierra, que no es un bien amortizable, solo es posible si eres rico de familia o si el banco cree en tu proyecto y te presta el dinero. Es nuestro papel presentar proyectos creíbles, pero necesitamos que el sistema financiero nos mire sin prejuicios, sin la rémora que otros crearon.
Para solventar lo que dice es necesario que los agricultores podamos presentar una renta como es debido y que los precios sean acorde a la realidad delsector que deberían de crecer un 15 % de media, pues todos los productos adicionales crecen o aumentan el precio y en cambio el producto agrícola NO, Los bancos se miran la renta o los balances y el pobre agricutor los suyos son de misereia y por este motivo NO pueden dar créditos sobre compra de fincas y si lo hacen es de manera de influencia o dema asuntos pero nunca de los preopios balances o renta. Es una pena que nos traten de esclavos de la agricultura cuando sin estos agricultores laindustrria NO tendría necesidad de existir. Saben lo que absorbe n los agricultors de lo que se produce en la industria -el 90 %. Nadie mira este capitulo. Hay que cambiar el estudio de la agricultura y que no la esclavicen que sea libre y tenga los precios de preoteccion. Solamente se piensan que cuando tiene unas buenas cosechas que se vive bien, pero cuando hay de malas, que las hay, entonces nadie les tine confianza y estos han tenido de ahorrar para tales fines o anticipo de ellos.
Hay que cambiar la mentalidad del futuro agricultor y ganadero a las autoridades que estos si que siemre tienen la cosecha segura. En la preoxima votare –v o x – hay que limpiar el sobrante de las malas practicas. saludos.
No estoy de acuerdo. Los bancos no dan hipotecas para adquirir fincas rústicas , a pesar de que mirar al sector primario como objetivo de inversión, porque prefieren dar prestamos personales donde se garanticen con todo el patrimonio de toda la familia. Estoy de acuerdo con la exposición del Sr. Turrado y me alegra que alguien ponga en público lo que está pasando en el sector.
Préstamos sí hipotecas no. La diferencia, ademas del valor rústico en sí es que en el prestamo se avala con «todo» el patrimonio.
El fascismo, leáse el actual VOX nunca han traído nada bueno al sector agropecuario, ni a nadie, excepto a los grandes tenedores de tierras y sus secuaces
simplemente te digo que la riqueza agropecuaria se creo en los tiempos malos que dices Tú, y sin subvenciones de raíces. Hoy en cambio con tanta subvencion , malos precios de los productos que el sector vende la gente se hunde y SOLAMENTE SE SALVA la parte del porcino. Cuando una cosecha llegue a los 2000 kg, podras comparar. Por esto, hoy, nos encontramos de esta manera actual , que esto es la torre de babel para los pequeños y nunca llegaremos a la mitad y hasta con las subvenciones que con tantas trabas, solamente son para que cada año vayan pellizcando parte de lo que te dan. vuelvo a decir para mi y para la recapacitación el próximo será – v o x–. Hay que limpiar el cesto de las malas frutas que la constitución española a puesto en el.
Completamente de acuerdo contigo.
Buen artículo sobre las hipotecas de fincas rústicas; no obstante, creo que los bancos, al igual que realizan tasaciones por técnicos competentes para bienes urbanos, pueden y deben realizar este mismos tipo de valoración para las fincas rústicas. De este modo pueden disponer de información fiable sobre el bien a hipotecar y tomar las cautelas necesarias a la hora de prestar el dinero. La tierra siempre ha conservado el valor del dinero.