Hasta 88 millones de toneladas de alimentos se desperdician cada año en la UE, un total de 173 kilos anuales por persona. El desperdicio de alimentos tiene consecuencias medioambientales económicas y plantea cuestiones éticas. El Parlamento Europeo propuso hace unos días, nuevas medidas para reducir a la mitad la cantidad de comida que se desperdicia para 2030.
De acuerdo con la FAO, 793 millones de personas sufren desnutrición en todo el mundo. Y según Eurostat, aproximadamente el 9,6% de la población europea no puede permitirse comprar comida de calidad cada dos días.
Estas cifras resultan preocupantes sobre todo cuando el 20% de los alimentos producidos en la UE se acaba echando a perder o se desperdicia. De media, un ciudadano europeo tira a la basura 173 kilos de alimentos al año.
Se desperdician alimentos durante todas las fases de la cadena alimentaria, desde la producción agrícola hasta el consumo final. Sin embargo, es en los hogares (53%) y en el proceso de procesamiento (19%) donde más desperdicio de alimentos se produce.
Desperdiciar alimentos también supone un uso innecesario de recursos escasos como la tierra, el agua y la energía. Contribuye además al cambio climático: por cada kilogramo de alimento producido, 4,5 kg de dióxido de carbono (CO2) se arroja a la atmósfera.
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