El CSIRO, instituto de investigación de Australia de carácter público, y la Universidad de Adelaida están llevando a cabo un programa de mejora genética de trigo seleccionando la característica de tener un crecimiento inicial rápido y vigoroso, con el fin de competir mejor con las malas hierbas y reducir el consumo de herbicidas.
La lucha contra las malas hierbas supone para Australia 4.000 millones de dólares al año entre aplicaciones químicas y labores mecánicas. Una mayor rapidez de crecimiento obtenida genéticamente supondría un ahorro considerable y una mejora para el medio ambiente.
En campos de ensayo donde abundaba la presencia de malas hierbas los trigos de rápido crecimiento han obtenido el doble de cosecha que las variedades testigo.
No se espera que las variedades comerciales estén disponibles hasta dentro de cuatro o cinco años.
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