Según un estudio, el rechazo de los consumidores europeos a los alimentos etiquetados como conteniendo OMG no es en la realidad tan acusado como parece desprenderse de de las encuestas.
Investigadores de la Universidad de Missouri estudiaron la respuesta de consumidores holandeses a dos productos, botes de sopa y palitos de pescado. En principio no llevaban indicación alguna de contener OMG; posteriormente se les colocó la etiqueta, y pasado un tiempo se volvió a retirar; no registrándose ningún cambio en las actitudes del consumidor en todo este proceso.
Algo similar ocurrió en EEUU con la leche producida utilizando somatotropina bovina (BST). Tres de cada cuatro norteamericanos afirmaban en las encuestas no desear consumir esta leche y actualmente la leche libre de esta hormona supone solamente una pequeña parte del consumo.
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