Las plantas oleaginosas modificadas genéticamente para tener un alto contenido en ácido grasos omega-3 podrían ser la mejor manera de atender el incremento de la demanda de estos ácidos cardiosaludables sin presionar más a los stocks pesqueros mundiales, según un estudio financiado por la Comisión Europea.
Actualmente la mayor parte del omega-3 proviene del aceite de pescado graso o azul. La fuente primaria de omega-3 no es, sin embargo, el mismo pescado sino algunas microalgas marinas, de las que pasa al pescado por la alimentación. Sin embargo está ya en estado muy avanzado la obtención de semillas oleaginosas transgénicas (colza, soja, girasol, algodón) modificadas con genes de alga, que producen grandes cantidades de omega-3 en su aceite y que podrían ser ya comerciales en la próxima década.
Los ácidos grasos omega-3 se consideran saludables por su efecto protector frente a enfermedades cardiovasculares y mentales, así como su carácter esencial en el desarrollo del feto. La mayor parte de la población mundial tiene un consumo muy por debajo de las dosis recomendadas.
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