Cuando en noviembre de 2001 se celebró en Huelva la II Reunión Internacional de Expertos sobre la regeneración Hídrica de Doñana, uno de los principales objetivos que debían alcanzarse durante los próximos años era el de la restauración de las cuencas vertientes de Doñana. De manera casi simultánea, en julio de 2001, una organización agraria, ASAJA-Sevilla, comenzaba la ejecución del proyecto Diseño y aplicación de un modelo de gestión sostenible del suelo en cultivos arbóreos en el entorno del Parque Nacional de Doñana, proyecto DOÑANA SOSTENIBLE.
Con este proyecto, gestado ya tras el desastre ecológico provocado por la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar, se materializaba una contribución de los agricultores a la regeneración hídrica de Doñana, con el fundamental apoyo del Instrumento Financiero para el Medio Ambiente de la Unión Europea (LIFE, ámbito temático LIFE-Medio Ambiente), y un amplio partenariado formado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial de Sevilla y el sector privado.
Este paso al frente de los agricultores del entorno de Doñana y, más en concreto, de la cuenca del río Guadiamar, a favor de la conservación mediante una gestión sostenible de los recursos, situaba una vez más al sector agrícola a la vanguardia de la defensa de este emblemático espacio natural. De este modo, se ponía de manifiesto no sólo la complementariedad de ambas iniciativas, sino también la coincidencia con las propias Conclusiones de la precitada Reunión de Expertos en las que se hacía un llamamiento expreso a la participación del sector agrario en el proyecto Doñana 2005.
Mejora del estado de conservación del Guadiamar
El proyecto Doñana Sostenible nace para dar solución a una problemática medioambiental existente en el entorno de Doñana. El río Guadiamar, que ha constituido la principal fuente de aporte hídrico a las marismas de Doñana, sufrió en abril de 1998 como consecuencia del ya mencionado accidente minero de Aznalcóllar, una importante reducción de su capacidad de depuración natural. A este desgraciado suceso, hay que unir otro factor con una indudable incidencia en la conservación de la cuenca del Guadiamar: el excesivo laboreo practicado en los cultivos arbóreos.
Si bien existen excepciones en función de determinados factores geofísicos que hacen siempre arriesgado concluir formulaciones categóricas, un excesivo laboreo puede implicar una progresiva degradación del suelo, incrementar su compactación y, en consecuencia, dejarlo expuesto con mayor facilidad a los arrastres. A su vez, este continuo laboreo genera suelas de labor, prácticamente impermeables que, además de reducir notablemente la infiltración profunda de las precipitaciones, incrementan la magnitud de la escorrentía. Si, además, se tiene en cuenta que la cuenca del Guadiamar presenta la característica de estar constituida, en su mayoría, por suelos fácilmente erosivos, el problema, obviamente, se agudiza.
No hay que olvidar, que la erosión es un problema especialmente grave en la cuenca mediterránea y sus consecuencias medioambientales más nefastas se originan en las cuencas vertientes que alimentan humedales de importancia internacional, en los que se producen colmataciones aceleradas por sedimentación. Este fenómeno redunda de forma negativa en el estado de conservación del río Guadiamar y, por ende, de Doñana, siendo imprescindible reducir los aportes de sedimentos, fertilizantes y productos fitosanitarios procedentes de escorrentía y filtraciones subterráneas.
Así las cosas, el proyecto Doñana Sostenible se propuso realizar una contribución a la mejora del estado de conservación del Guadiamar mediante una reducción de la erosión de origen agrícola a través de la paulatina incorporación de técnicas de conservación de suelo en los cultivos arbóreos. La presencia de estos cultivos, en su mayoría olivar, pero también, y en expansión, cítricos y otros frutales, coincide con la cuenca intermedia y baja del río Guadiamar. En definitiva, la superficie del proyecto está constituida por unos 400 km2 e integra términos municipales de nueve municipios de las comarcas agrícolas del Aljarafe, las Marismas y el Condado. Además, el área de ejecución del proyecto Doñana Sostenible circunda básicamente el Corredor Verde del Guadiamar, con cuyos responsables se viene trabajando en estrecha colaboración desde el principio.
Metodología y solución técnica
El proyecto Doñana Sostenible es, ante todo, un proyecto de demostración. Dado su carácter demostrativo, cimienta su ejecución sobre dos grandes pilares: por un lado, en la ubicación de parcelas demostrativas distribuidas a lo largo y ancho de la zona del proyecto hasta sumar un total de 300 ha; y, por otro, en la puesta en marcha de un plan de divulgación y formación los más amplio posible con el objetivo de difundir un modelo de agricultura sostenible entre los agricultores del entorno de Doñana.
En las parcelas demostrativas seleccionadas hemos puesto en práctica técnicas de conservación de suelo. Se han seleccionado aquellas fincas que, por sus características físicas, fueran representativas de la diversidad edáfica de la cuenca.
Por su parte, habida cuenta que se trata de fomentar un cambio cultural mediante el aprendizaje de técnicas escasamente aplicadas en la cuenca del Guadiamar, resultaba indispensable, en primer lugar, darlas a conocer, para, posteriormente, formar en su adecuado manejo a través de la celebración de jornadas, seminarios y cursos formativos.
Con esta introducción a gran escala de una agricultura de conservación en la cuenca del Guadiamar, se pone de manifiesto que tan importante como producir y ser rentable lo es el hecho de hacerlo de forma respetuosa con el medio ambiente.
De este modo, este modelo de agricultura sostenible incluye todo un elenco de técnicas que reducen, cambian o eliminan el laboreo del suelo y evitan la quema de rastrojos con objeto de mantener una suficiente cobertura de residuos vegetales en el suelo a lo largo de todo el año. Así, el suelo queda protegido de la erosión, se reduce su compactación, aumenta de forma natural la estabilidad de sus agregados y su contenido en materia orgánica y, en definitiva, mejora su fertilidad. Todo ello sin olvidar que se contribuye a disminuir, en gran medida, la contaminación de las aguas superficiales, las emisiones de CO2 a la atmósfera y se incrementa la biodiversidad.
Sistema de cubiertas vegetales
El mantenimiento de cubiertas vegetales entre cultivos anuales y, sobre todo, en cultivos perennes, es la principal técnica de agricultura de conservación que se desarrolla en el marco del proyecto, ya sea de manera directa mediante la implantación de parcelas demostrativas por técnicos del proyecto, o bien mediante el asesoramiento al agricultor y acompañamiento proporcionado por el equipo técnico del proyecto.
Las ventajas agronómicas y medioambientales de esta técnica de agricultura de conservación están suficientemente contrastadas y numerosos proyectos de I+D han demostrado la viabilidad de estas técnicas en la mayor parte de la superficie agrícola europea, mediante la realización de ensayos de campo adaptados a las diversas condiciones locales. Además, en el marco del proyecto se ha llevado a cabo un exhaustivo inventariado de los recursos de la zona, con el objetivo de caracterizar agronómicamente la cuenca del Guadiamar y de adaptar el sistema de cubiertas vegetales a sus especiales características.
En cuanto a los beneficios medioambientales asociados al sistema de cubiertas vegetales, una primera aproximación confirma lo ya indicado anteriormente, esto es, se produce una drástica reducción de la erosión y proporciona un mejor balance hídrico gracias a la mayor retención de agua y a la reducción de su pérdida por escorrentía.
Junto a estos beneficios a corto plazo, hallamos otros, cuya constatación, si bien se produce en el medio y largo plazo, no por ello dejan de ser menos importante. Así, la implantación de cubiertas vegetales favorece una mayor biodiversidad al proporcionar un elevado nivel de residuos vegetales sobre el suelo que constituyen una fuente de alimento y refugio para un amplio elenco de micromamíferos, lagomorfos y, sobre todo, insectos y otra fauna invertebrada que, en su conjunto, constituyen un notable foco de atracción para la avifauna.
Asimismo, el mantenimiento de las cubiertas vegetales facilita la recuperación del perfil natural del suelo y mejora su fertilidad mediante el aumento de su contenido en materia orgánica. Este factor, además de repercutir positivamente en la edafofauna y microorganismos del suelo, facilita, al entrar en descomposición la materia orgánica, la proliferación de organismos beneficiosos como micorrizas, rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal, antagonistas de patógenos, etc.
Sinergia favorable
En los algo casi tres años de ejecución del proyecto, éste ha pasado a convertirse en una realidad tangible que está permitiendo la implicación de cientos de agricultores en la realización de una agricultura sostenible. Es nuestro deseo seguir avanzando en esta dirección, al tiempo que convertimos el proyecto en un punto de encuentro y centro de transferencia de conocimientos de buenas prácticas agrarias.
En este sentido, Doñana Sostenible está sirviendo para generar una sinergia favorable en aras a una mejor articulación entre la Agricultura y el Medio Ambiente. Sirva como muestra de ello, aparte de lo ya referido, el creciente interés de algunos de los agricultores participantes en el proyecto por la plantación de setos o la instalación de nidales, así como el interés suscitado entre distintas organizaciones conservacionistas, algunas de las cuales ya han tenido ocasión de conocer el proyecto de primera mano.
En el actual contexto europeo, presidido por el auge de las consideraciones medioambientales en toda actividad productiva y, en especial, en la actividad agrícola, el papel multifuncional del agricultor, lejos de disiparse, se incrementa.
El modelo agrario europeo, la única política auténticamente común pese a que veces se olvide, posee unas características únicas, en el que importancia de la agricultura va mucho más allá de la mera producción de bienes y alimentos. Así, la Agricultura, especialmente en la comarca de Doñana, juega un papel fundamental en la viabilidad de las zonas rurales y en la conservación de la biodiversidad, al tiempo que contribuye a mantener el empleo y a la promoción de impactos medioambientales positivos.
Asimismo, también conviene recordar el elevado interés comunitario en la ejecución de iniciativas como Doñana Sostenible, tendentes a cubrir el vacío existente en materia de protección de suelos. En dicho sentido, el proyecto resulta plenamente coincidente con las prioridades de la actual política medioambiental de la Unión Europea establecidas en el Sexto Programa de Acción Comunitario en materia de Medio Ambiente y, muy especialmente, con el proceso actual de desarrollo de la estrategia temática sobre protección del suelo, con el objetivo último de fomentar un uso sostenible del suelo.
Confiamos que el proyecto Doñana Sostenible, en tanto que contribución desinteresada de los agricultores a la conservación de Doñana y manifestación inequívoca de su compromiso por seguir trabajando en esta tarea, sirva de ejemplo para definir el camino a seguir. Es importante que recordemos desde aquí que la paulatina desaparición de la actividad agrícola del entorno de Doñana tan sólo crea incremento de costes sociales, pero también y fundamentalmente medioambientales, no siempre soportables por las Administraciones.
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