Según un estudio de la Universidad de Gante (Bélgica), existe una relación entre la incidencia de la depresión y el consumo de alimentos con alto contenido de ácidos grasos Omega-3, lo que parece estar relacionado a su vez con la ingestión de ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido Eicosapentaenóico (EPA) , dos de los ácidos grasos Omega-3, que se requiere para un correcto funcionamiento del cerebro.
El pescado, sobre todo el pescado graso (azul) como sardina, caballa, jurel, atún, bacalao, etc. es con gran diferencia la principal fuente alimentaria de ácidos grasos Omega-3, muy por encima de los alimentos enriquecidos con este tipo de ácidos grasos.
El estudio belga se ha basado en la medición del contenido en sangre de ácidos Omega-3 en pacientes con depresión, en los que se ha detectado un nivel significativamente más bajo que en personas normales
En otro tipo de estudio, se ha hecho un seguimiento de mujeres con niveles normales y anormales de Omega-3 en sangre, detectándose más casos de depresiones post-parto en las que tenían con anterioridad un bajo nivel estos ácidos.
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