Hoy 28 de abril se celebra el día de la Salud Laboral en el ámbito de la UE. La UAGR considera como uno de los elementos esenciales su planteamiento sindical la mejora de las condiciones de vida y trabajo en el sector, tanto para los agricultores a título principal, como para los trabajadores asalariados (fijos o temporales). La Unión hace públicas sus reflexiones, en un día lleno de declaraciones más o menos huecas, pero oportunistas sin duda.
Un sector al margen de la ley, así califica La Unión al sector agro-ganadero, dados los múltiples riesgos existentes en el mismo, de acuerdo a la aplicación de la Ley de Riesgos del 95 y de su desarrollo reglamentario. La UAGR denuncia que la actividad agraria es una de las más arriesgadas laboralmente hablando, por motivos como:
• La multiplicidad de riesgos: La gran cantidad y variedad de trabajos que se realizan en este sector productivo. El trabajador del campo desarrolla generalmente múltiples tareas (conducción de tractores; manejo de maquinaria agrícola; uso de plaguicidas y otros productos químicos; reparaciones en taller; manipulación y almacenaje de cargas…).
• Las duras condiciones en que se realizan los trabajos. Falta de horarios, factores ambientales adversos, dureza y exigencia física…
• Por la falta de conocimientos sobre los riesgos que implican determinadas máquinas, sustancias o modos de realizar ciertos trabajos.
• El medio físico en el que se desarrolla la actividad agraria y las condiciones climatológicas, siguen siendo hoy factores determinantes de accidentes frecuentes (caídas, insolaciones, rayos…).
• La manipulación de sustancias químicas peligrosas como plaguicidas o fertilizantes, imprescindibles para eliminación de agentes nocivos y la obtención de cosechas rentables.
• El manejo de vehículos y maquinaria agraria sin las debidas precauciones, lo que los convierte en los elementos de mayor peligrosidad.
• Los riesgos de contagio por enfermedades transmitidas por animales de granja, sus despojos y excrementos.
• Las lesiones producidas por la manipulación incorrecta de cargas pesadas, movimientos repetitivos o posturas forzadas de manera prolongada, todos ellos habituales en los trabajos de campo.
• La exposición durante años a las inclemencias del clima y en especial a los efectos nocivos que la radiación solar puede provocar en la piel o en la vista.
• Los efectos tóxicos o alérgicos más o menos importantes que pueden provocar la picadura de ciertos insectos o la mordedura de animales salvajes como las serpientes.
• Las enfermedades de tipo psico-social, como el estrés o la depresión, que pueden ser provocados por un constante e interrumpido control de animales o máquinas o por una situación económica difícil (recodemos los estragos que ha provocado el mal de las vacas locas o las grandes tormentas de piedra que han arruinado recientemente la práctica totalidad de ciertas cosechas), por el cuidado permanente del ganado o por la incertidumbre que genera las políticas agrarias comunitarias.
Para la UAGR, los datos estadísticos del IRSAL (y con anterioridad el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo) presentan un problema previo evidente: la infravaloración de las cifras de siniestralidad en el sector, debido al modo de recabar los datos estadísticos.
Aún así, estos datos señalan lo siguiente: mientras que la población activa agraria en nuestra región gira en torno al 6% de la población activa total, los accidentes considerados como graves y muy graves oscilan entre el 10% del año 2002 y el 14% en el 2003. En cambio, los accidentes leves (con o sin baja) apenas llegan al 3% del año 2002 y el 4% para el 2003.
Para la UAGR, estos datos contradictorios esconden realidades evidentes:
· Una alta siniestralidad encubierta en el sector agroganadero, provocada por las características de la cotización de contingencias por enfermedad y accidente (hasta la reforma del REASS del 2003 los agricultores sólo comenzaban a recibir percepción por baja a partir del decimosexto día, lo que provocaba que dichos accidentes con o sin baja, no se declararan).
· La ausencia de un control estadístico en colectivos que, realizando una actividad agraria no reglada, sufren también siniestralidad (agricultores a tiempo parcial y jubilados).
Ante esta situación, y a pesar de las estadísticas manejadas por la Consejería de Hacienda y Empleo, la UAGR propone las siguientes medidas:
1. Prevención. O lo que es lo mismo, sensibilización, divulgación, información y formación. Para ello, urge una programación específica para el sector, siguiendo modelos que se han aplicado recientemente, como son los cursos de formación para la obtención del carné de aplicador de fitosanitarios.
2. Adaptaciones legales a la realidad del sector, con reconocimiento de enfermedades profesionales aún no estimadas en el marco normativo.
3. Implicación de las Mutuas de Accidentes de Trabajo, bien dotadas de fondos públicos, pero que se desentienden todo lo que pueden del sector agroganadero
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