04 de marzo de 2005. Siempre que he intervenido en cualquier foro o convocatoria relacionada con el sector vitivinícola he repetido una y otra vez que somos la región más importante en producción de vino y derivados de la uva, y aspiramos a demostrar que también somos líderes en calidad. Y reitero estas palabras porque estoy convencida de nuestra potencialidad y de contar con los instrumentos necesarios para alcanzar las metas que nos marquemos en este mercado.
También he puesto el acento en todas esas ocasiones en reconocer el esfuerzo de viticultores, bodegas y cooperativas para alcanzar el alto nivel del que disfrutamos tanto en la adaptación de la producción como en la modernización de las instalaciones. La implicación de todos ha sido crucial para haber conocido una verdadera revolución en el sector vitivinícola regional.
Estamos asistiendo a una campaña difícil por la elevada producción y las dificultades del mercado, y es en los momentos complicados cuando más necesario se hace demostrar a todo el mundo la vertebración del sector regional y la defensa de nuestros productos. Sin embargo, parece que nos olvidamos de aquel dicho de que «la unión hace la fuerza» y nos dedicamos a criticar al vecino y de paso a la administración regional.
Pues bien, yo represento al Gobierno regional en materia agraria, pero también les represento a todos ustedes en sus necesidades y en la defensa de sus intereses en todos los ámbitos. Por eso me siento copartícipe de todo lo que hagan el sector vitivinícola y todos los sectores relacionados con la agricultura, la ganadería y la actividad agroalimentaria de nuestra región.
Desde este convencimiento, cuando el sector pidió a la administración la creación de la Fundación «Castilla-La Mancha, Tierra de Viñedos», en la Consejería de Agricultura nos pusimos manos a la obra para crear este instrumento y dotarlo «por ley» de los recursos que fuesen necesarios.
Además se consideró que la figura de una Fundación era la más apropiada para permitir la participación del sector, de forma que fuera él mismo quien marcara las estrategias comerciales a seguir y los objetivos a obtener, porque la labor de la administración no es vender vino, sino ayudar y apoyar al sector para que consiga aquello que se proponga.
Al ser una Fundación del sector y para el sector vitivinícola resultó necesario arbitrar un medio de financiación que también tenía que provenir del propio sector. He escuchado críticas a este mecanismo: «que no están todos», «que no es el método más eficaz». Es posible que sean observaciones acertadas, pero una cosa sí queda clara: si hay algo que cambiar habrá que hacerlo desde dentro, porque la Fundación cuenta con la estructura y el funcionamiento adecuado para conseguirlo, y en ella participan todas las organizaciones y asociaciones con representatividad y conocimientos para reorientar el proyecto.
Criticar es fácil, pero también estéril cuando no se plantean otras alternativas. Como personas que os dedicáis al campo sabéis mejor que nadie que los cultivos no surgen solos, sino que hay que sembrar, abonar y cuidar su crecimiento. Si quienes realizan todas estas objeciones tienen claro otro sistema ¿por qué no lo han puesto antes encima de la mesa?
Además, parece que se nos olvida una premisa muy importante: el sector vitivinícola de la Unión Europea es el más intervenido de todos los sectores, y eso hace que entre otras limitaciones esté la de la financiación por parte de la administración a la promoción específica de los productos.
Por ello, el Gobierno regional ha aportado un millón de euros para los gastos de gestión de la Fundación y no financia directamente las campañas de promoción. Esto no significa que sea el único presupuesto que la Consejería de Agricultura dedica a la vitivinicultura, sino que es una aportación añadida.
Alguien ha debido olvidar que cada año llegan a Castilla-La Mancha 249 millones de euros en ayudas de reestructuración de viñedo, almacenamiento de productos, almacenamiento de mostos y alcohol de uso de boca; más de 30 millones de euros en ayudas a la modernización de industrias y comercialización; en medidas directas de ayuda de la UE y cofinanciadas por esta comunidad autónoma; además de algo más de 800.000 euros de fondos propios para asistencia a ferias internacionales.
Por cierto, nadie ha puesto en cuestión los objetivos de la Fundación, como pueden ser la necesidad de promoción o la búsqueda de nuevos mercados, entre otras actuaciones. Pero no es menos cierto que es el sector quien debe definir sus prioridades y sus intereses, contando con un volumen presupuestario adecuado para cumplir sus objetivos.
No debe ser la Consejería de Agricultura quien marque previamente las directrices, porque en ese caso nos estarían acusando de intervencionistas y se pondría en duda la independencia de la Fundación. Sin ninguna duda.
En resumen, señores, nunca hemos tenido a nuestro alcance un instrumento mejor para ayudar a desbloquear la situación de estancamiento en la venta de nuestros productos ni hemos contado con tantos recursos económicos para lograr un auténtico compromiso con la comercialización. Una vez que existen estas garantías, deberíamos trabajar todos unidos.
Por mi parte, como responsable de la Consejería de Agricultura haré posibles aquellas demandas que estén en nuestras manos y que se formulen con rigor y representatividad, y seguiremos trabajando para que sigan viniendo todas las ayudas contempladas en la OCM del vino.
La Consejería de Agricultura ha sido promotora de la Fundación, pero será el sector en su conjunto quien se beneficie del éxito de este proyecto y, en consecuencia, será el sector en su conjunto quien resulte perjudicado si se mantiene la tendencia a poner palos en las ruedas.
Ya se encargarán nuestros competidores en los mercados de plantearnos obstáculos y necesitaremos todas las energías para superarlos. Pero que no surjan las trabas en el interior de la región, porque ignoro qué intereses persiguen quienes están fomentando este clima obstruccionista, aunque tengo claro que no tienen nada que ver con los intereses generales del sector vitivinícola.
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