Valladolid, lunes, 29 de mayo de 2006. Páginas y páginas de periódicos, titulares y más titulares, cortes y más cortes tanto en radio como en televisión están ocupando las elecciones a Caja España, el interés que han levanto es tal que incluso el arbitro auxiliar o como antes se decía el “juez de línea” más famosos de España y quizás del mundo, nuestro querido Rafa Guerrero, si el del “Rafa no me j… penalti y expulsión” o el de los anuncios ha saltado recientemente a la arena a lanzar su opinión sobre este tema.
La sensación que muchos tenemos es que algunos están llegando ahora a repartirse el pastel de la Caja, olvidando cuales fueron los orígenes y los principios. Es evidente y para eso están los libros de historia que nos lo pueden recordar donde fueron los primeros pasos de estas Cajas como entidades de crédito. El medio rural, los hombres y las mujeres del campo han sido la base sobre la que todas ellas han crecido y se han desarrollado, sin embargo ahora parece que se está dando la espalda a estos profesionales orientándose más hacia el ladrillo u otras inversiones parecidas, dejando de lado, en un tercer o cuarto lugar dentro de sus preferencias, a aquellos que le dieron el aire en los momentos duros de partida.
Antes, los agricultores y ganaderos trataban sus créditos, sus hipotecas, las compras de su maquinaria… de tu a tu con los hombres de la Caja que acudían a sus explotaciones a firmar los acuerdos que se rubricaban, sobre un bidón de gasoil o en la cuadra entre los animales, con un a apretón de manos. Ahora, nuestra Caja España ha crecido tanto que se ha convertido en un gigante de cemento, acero y cristal al que los hombres del campo se acercan, a la que antaño era su casa, en la que han guardado tradicionalmente sus ahorros y buena parte de sus esperanzas de futuro, sobre todo, con temor. La cercanía de antaño se ha sustituido por un frío programa informático que sólo sabe de rentabilidades, dejando de lado sentimientos, ilusiones…
Mientras esto sucede a quienes han contribuido de una forma decisiva al crecimiento de la Caja resulta quizás hasta “desagradable” ver como nuestros políticos pelean por los puestos en el Consejo de Administración como si se tratase de cualquier vocalía o puesto de diputado o quizás con más fuerza, pues, al final y al cabo, ¿qué responsabilidad tienen?. Sólo se limitan a acudir a varias reuniones al año, pocas, percibiendo los correspondientes y suculentos sueldos, a solicitar créditos para sus partidos (confiamos en que en las mismas condiciones leoninas que no leoneas que los suscribimos los de a pie), pues les preguntas de cualquier cosa, sobre temas que nos interesan, léase por ejemplo, la remolacha, y siempre se lavan las manos, tratando de eludir cualquier responsabilidad.
Se han sacado de la manga los partidos políticos una candidatura de presunto “consenso”, seguramente éste no es tal sino una forma de repartirse el “pastel” sin problema evitando que otros les puedan molestar, afirmando que de esta forma se va a poder dar una estabilidad mayor a la entidad de crédito. Han buscado un hombre que la encabece, que no sea muy molesto… y que como decimos los de los pueblos parece que está haciendo “oposiciones a dios”, pues está en no se cuantos puestos y presidencias, sin que se sepa muy bien quién está detrás de él, quién le respalda, de dónde ha salido… A la vez, nuestros sesudos políticos ven estas elecciones como una gran oportunidad para promocionar de forma gratuita a sus “alcaldables” ante los comicios que nos “amenazan” el año que viene y digo bien nos “amenazan” pues es la sensación que muchos ciudadanos tenemos cuando llega el momento de votar, no se trata ya tanto de elegir a quién nos puede representar mejor sino que más bien es tratar de sobrevivir al bombardeo de promesas, de autovías, de hospitales, de escuelas… que se nos avecina en los próximos meses, muchas de las cuáles se van a quedar en los bonitos programas electorales de los partidos sin plasmarse realmente en el día a día de la ciudadanía.
Desde COAG sólo nos queda pedir sentido común a todos, que dejen de lado esas ansías de poder, centrándose en lo que, de verdad importa el futuro de una entidad de crédito cómo Caja España para la que pedimos y demandamos un regreso a sus orígenes, una mirada hacia el sector que la vio nacer, facilitándola su expansión y crecimiento, que no es otro que el agrario, los agricultores y los ganaderos, los hombres y las mujeres del campo… de los que, prácticamente, se ha olvidado en los últimos años más preocupados de invertir en ladrillo o en hipotecas… pero que sepan, los nuevos responsables, que estas orientaciones ofrecen rentabilidad con fecha de caducidad, mientras que el futuro de Caja España tiene que mirar más allá, sin olvidar de donde surgió, teniendo en cuenta que de lo que realmente vive la entidad es de los dividendos obtenidos de los créditos que ofrecen y de las comisiones que nos cobran, y bien cobradas, a todos los que tenemos allí nuestra cartilla.
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