Los lechones machos son castrados de forma rutinaria para evitar que la carne tenga olor y sabor sexual. Actualmente, está permitida la castración quirúrgica sin anestesia antes de los 7 días de edad. No obstante, los legisladores barajan prohibir esta práctica por ser muy dolorosa a cualquier edad.
Armelle Prunier y Michel Bonneau, del Instituto francés de Investigación Agraria (INRA) han analizado las posibles opciones. Los resultados de su estudio se han publicado en Journées Recherche Porcine.
Una opción para evitar el dolor sería utilizar anestésicos y analgésicos, pero tiene el inconveniente de las numerosas limitaciones comunitarias del uso de medicamentos en granja, dejando muy pocas posibilidades. Una de ellas sería usar anestesia local con lidocaina y productos anti-inflamatorios.
Frente a la castración quirúrgica también podría existir la immunocastración y la destrucción local de tejidos testiculares mediante sales. La solución más prometedora es inmunizar a los cerdos macho contra GnRH, sin embargo, actualmente no existen productos permitidos en la UE. Además, no se han evaluado ni las consecuencias en el bienestar del animal ni la aceptación del consumidor.
Otra opción sería no castrar a los cerdos, tratando de reducir los niveles de las sustancias responsables de los olores y sabores sexuales de la carne, que son fundamentalmente dos: Una es la androstenona y la otra, el escatol. Los niveles de androstenona podrían reducirse a través de selección genética, los de escatol vía gestión y nutrición.
La conclusión fundamental del estudio es que la prohibición de la castración quirúrgica podría causar importantes problemas a la industria porcina, para los cuales no está preparada.
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