Uno de los principales problemas de la producción de biocarburantes a partir de biomasa celulósica es el contenido en lignina de la materia prima, ya que se trata de un componente cuya descomposición es difícil y problemática.
Las ligninas son polímeros insolubles en ácidos, que no se digieren ni se absorben y tampoco son atacados ni siquiera por la microflora del estómago de los rumiantes. La lignina está presente en la pared celular de las plantas, en más medida cuanto más maduras sen estas y es resistente a la degradación bacteriana.
Una de las estrategias para reducir este problema es mejorar genéticamente la planta de donde procede esta materia prima para que tenga menos lignina, que es lo que está tratando de conseguir el Servicio de Investigación Agraria de EEUU (ARS) con la especie Panicum virgatum (Switchgrass), que es una planta forrajera perenne de gran porte, en la que están puestas grandes esperanzas en cuanto a la producción comercial de bioetanol de origen celulósico.
El objetivo es obtener, mediante métodos genéticos, plantas de esta especie que contengan mucha menor cantidad de lignina, lo que aumentaría en gran medida la productividad y economía de la fermentación para producir el biocarburante.
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