Estamos inmersos en una grave situación de abastecimiento de materias primas para la alimentación de nuestros animales que, de no remediarlo, puede poner en grave peligro económico y funcional, no sólo al sector porcino, sino al resto de producciones intensivas, grandes consumidoras de cereales.
Muchos datos económicos podríamos mencionar, pero baste decir que los precios de las materias primas esenciales para la ganadería (maíz, trigo, cebada), en el periodo comprendido entre mayo de 2006 y mayo de 2007 han sufrido una subida media del 40%, lo que se ha traducido en un incremento del 10% en los costes de producción y que ha originado al sector porcino español unas pérdidas de 360 millones de euros ¿Y dónde se encuentra el dilema?
Las políticas energéticas alternativas de los gobiernos de países desarrollados, en su afán populista de lanzar remedios demagógicos e irresponsables, no han tenido en cuenta las consecuencias fatales, no sólo en la producción ganadera, sino, y lo que es más grave, en el abastecimiento de cereales esenciales para la alimentación humana, principalmente en países en vías de desarrollo.
La Comisión de la UE y el resto de gobiernos de nuestro entorno económico, incluido el español, están apostando por impulsar, mediante subsidios públicos o beneficios fiscales, la construcción de plantas de biocarburantes, desabasteciendo el mercado cerealista para el ganado y para la alimentación humana por este “efecto llamada”, sin valorar sus efectos económicos, a escala mundial, en los sectores productivos abastecedores de proteínas de origen animal, principalmente el porcino y la avicultura de carne y de puesta que, hay que recordar, trabajan dentro de la radical disciplina de la ley de la oferta-demanda, con absoluta carencia de subsidios o ayudas públicas.
Incluso hay consecuencias más preocupantes, pues ya no es que se estén alcanzando precios prohibitivos de compra, sino que en muchos casos es imposible adquirir en los mercados internacionales materias primas tales como tapioca, pulpa, gluten o cascarillas de soja, por poner ciertos ejemplos. Y si nadie remedia esta situación, a medio plazo, podrán desaparecer las estructuras ganaderas que hoy en día tenemos y que han demostrado su eficacia de aportar, a precios asequibles, proteínas de origen animal a la población.
España es importadora neta de cereales pero se sitúa en el 2º puesto en la producción de biocarburantes, lo que agrava aún más dicha dependencia. El Gobierno de España debiera concentrar sus esfuerzos en la obtención de energías alternativas en las que somos líderes, como la solar, pues somos el país de la Unión Europea con más horas de esta inagotable fuente.
De nuevo, somos espectadores de una descoordinación entre las Administraciones Agrarias y, ésta vez, con las Administraciones Energéticas, tendiendo más a llevar a cabo políticas populista, recaudadoras de votos, y en contra del sector primario ganadero, al que numerosas familias le dedican esfuerzos e ilusiones.
No es una sorpresa que cuando las Administraciones vuelcan sus esfuerzos intervencionistas, a espaldas del mercado y de una visión amplia de la economía, comienzan a aparecer actitudes especulativas, siendo esta vez más grave pues los mercados cerealistas están globalizados, pero en unas pocas manos de multinacionales, lobbys increíbles generadoras de tensiones. Y cabe entonces lanzar la siguiente pregunta ¿qué empresas nacionales se benefician de la apuesta por los biocarburantes?; tiempo tendremos para verlo, pero sin duda serán empresas ajenas a la producción primaria; como siempre.
En vez de impulsar políticas destinadas al ahorro energético o la mejora de la eficiencia energética en la solar o eólica, o a desarrollar investigaciones para la obtención de energía a partir de subproductos agrícolas como la celulosa o las algas, nos encontramos que nuestras Administraciones apoyan el uso de materias primas nobles de origen agrícola, posicionando a los ganaderos en la imposibilidad de dar de comer a sus animales a precios de eficiencia económica para, insisto, beneficio económico de unos pocos, pero potentes grupos. De nuevo nos enmarcamos en situaciones de “David contra Goliat”
España y la Unión Europea debieran impulsar iniciativas de diálogo internacional para preparar el futuro de desabastecimiento cerealista, consensuando todos y cada uno de los intereses: el de los ganaderos, el de las empresas energéticas y el derecho fundamental de la humanidad de asegurar su alimentación. ANPROGAPOR cree que la FAO puede ser el mejor punto de encuentro de todos los países implicados, abogando por soluciones que cercenen situaciones de tensión económica y de provisión de productos esenciales para la alimentación, tanto animal como humana.
La alimentación es un Derecho Fundamental reconocido por la ONU, y siendo importante la obtención de nuevas fuentes de energía más compatibles con el medio ambiente y más eficientes, se deben analizar en conjunto todas las consecuencias de las nuevas políticas energéticas que se están desarrollando.
Política de comentarios:
Tenemos tolerancia cero con el spam y con los comportamientos inapropiados. Agrodigital se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso aquellos comentarios que no cumplan las normas que rigen esta sección.