15-01-08. Con motivo de la celebración esta semana de la XV Conferencia del Convenio de Barcelona, COAG demanda que las naciones firmantes incluyan la agricultura mediterránea en la ‘Declaración de Almería’ como garante de la lucha contra el cambio climático a nivel continental. Pese a ser una agricultura intensiva en sus procesos, el modelo almeriense es mucho más respetuoso con el medio ambiente de lo que muchos pretenden hacer ver. Almería cuenta con alrededor de 27.000 hectáreas invernadas en las que se hace un uso racional y sostenible tanto de los recursos naturales como energéticos, optimizando al máximo las reservas hídricas disponibles.
Los Servicios Técnicos de COAG han realizado un informe denominado ‘Modelos de producción hortícola y medio ambiente en Almería’ que la organización agraria tiene previsto entregar al gabinete de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, para que lo traslade a las naciones participantes en este encuentro.
Existen diferentes estudios realizados tanto a nivel estatal como comunitario que demuestran que los invernaderos almerienses constituyen un sumidero muy importante de CO2 que contribuye a paliar las emisiones de dióxido de carbono procedentes de otros ámbitos. Según estos mismos análisis, nuestra provincia dispone a su vez de los suelos más limpios de Europa, frente al alto grado de contaminación por agroquímicos que se registra al norte del continente, donde han logrado multiplicar por diez el rendimiento de las producciones a costa de un uso intensivo de fertilizantes y abonos químicos. Así, el subsuelo centroeuropeo registra una de las mayores concentraciones de contaminantes agroquímicos del mundo, lo que deriva en un alto grado de contaminación de los acuíferos y aguas subterráneas de estas naciones.
COAG Almería inició el año pasado una campaña de concienciación sobre el cambio climático en el medio rural denominada ‘Por una agricultura sin emisiones’, en la que destaca la mayor sostenibilidad del modelo mediterráneo frente a las prácticas culturales del norte de Europa. En este sentido, el uso de sistemas de calefacción en las explotaciones agrarias europeas multiplica por tres las emisiones de CO2 a la atmósfera. Un agricultor centroeuropeo emplea 17.712 kilos de combustible al año para calentar una hectárea de cosecha, lo que significa que países como Alemania y Holanda, a través de la quema de combustibles fósiles, emiten millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera para producir alimentos.
Con el cambio climático ocupando las agendas de los políticos europeos y las emisiones de CO2 en el punto de mira, parece oportuno potenciar los métodos productivos menos agresivos con el ecosistema. COAG Almería considera que ha llegado la hora de acabar con los mitos creados sobre el impacto de un modelo de invernadero, el del sureste peninsular, basado en un bajo nivel de inputs energéticos y un uso racional de los recursos naturales.
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