Un estudio llevado a cabo por el Instituto Roslin de Escocia ha mostrado que la deficiencia en vitamina D en aves aumenta la debilidad de las patas, especialmente la discondroplasia tibial (DT). Este es el problema inicial que conduce a deformidades y posteriormente a la cojera y la imposibilidad para andar.
Los científicos han mostrado que la vitamina D mejora la absorción del calcio en el intestino y tiene interacciones con el calcio, el fósforo y la mineralización del cartílago del crecimiento. Adicionar D3 por encima de lo permitido puede prevenir la DT pero es un aditivo tóxico. Por este motivo, los científicos han buscado en la luz ultravioleta una solución alternativa.
En el estudio se tomaron 60 pollitos de un día, que se dividieron en dos grupos, uno de control y otro que se colocó bajo lámpara de luz ultravioleta (UV) durante 12 horas. En ambos grupos se mantuvo la misma intensidad de luminosidad y ambos se les proporcionaron una dieta ligeramente desequilibrada, con bajos niveles de calcio y fósforo, para favorecer la aparición de la DT. A los pollos se les analizó diariamente los niveles en sangre de vitamina D y se sacrificaron a los 14 días para analizar su estructura ósea.
Los resultados del estudio muestran que en los pollos tratados, el 98% tenía un crecimiento normal del cartílago del crecimiento. Por el contrario, en el grupo de control solo el 43% de las aves tenían un crecimiento normal, un 39% tenía raquitismo, indicador de la DT y un 18% mostraba lesiones de DT.
Además, las aves tratadas eran un 6% más pesadas que las de control, mostraban unos huesos de la tibia más fuertes, sanos y resistentes que las otras. Las tratadas tenían más altos los niveles en sangre de vitamina D.
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