El proyecto contempla la utilización del aceite de las semillas cultivadas (jaramago, cártamo, colza etíope y ricino) para transformarlo en biodiésel; y de los restos de la semilla (el 60% del total de la misma) prensados se obtiene una torta suplementaria. Pero también cuando se produce el biodiésel aparece otro residuo que es la glicerina y por ello el grupo Biosahe está estudiado la aplicación de unas bacterias que se alimentan de glicerina, usan la torta como sustrato para producir proteínas y generan bioplásticos. En estos momentos, los investigadores están ensayando con distintos tipos de cultivo y microorganismos que permitan optimizar el proceso de producción.
Dentro de este proyecto está reflejada también la idea de desarrollar un procedimiento simplificado que permita ver si el biodiésel cumple las normativas europeas de calidad. Cuando el biodiésel llegue a las gasolineras, a través de un pequeño aparato, se podrán determinar las propiedades del biocombustible recibido.
Maria Pilar Dorado, coordinadora del grupo Biosahe, asegura que «el biocombustible nunca podrá suplir la demanda de los combustibles fósiles pero sí podrá ser una ayuda mientras encontramos otras energías más efectivas”.
Fuente: Andalucía Innova
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