Es conocido que las aplicaciones de abonos nitrogenados aumenta las emisiones de óxido nitroso (N2O) que es un gas de efecto invernadero, sin embargo, los cientificos del Servicio de Investigación Agraria de EEUU (ARS) han descubierto que la cantidad de emisiones depende de la textura que tenga el suelo.
Los investigadores evaluaron las emisiones del N2O, del CO2 (dióxido de carbono) y del CH4 (metano) en dos tipos diferentes de suelo, uno franco arenoso y otro arcilloso. Los fertilizantes usados en el estudio fueron una combinación de la urea y el nitrato de amonio o bien, una lechada de purín líquido de cerdo.
Los científicos descubrieron que las emisiones totales de N2O fueron más altas en los suelos que recibieron la lechada del estiércol líquido. También observaron niveles altos de emisiones de N2O en los suelos francos arenosos que recibieron cualquiera de las dos opciones de fertilización. Sin embargo, en los suelos arcillosos, solamente aquellos que recibieron la lechada de purin tuvieron emisiones elevadas de N2O.
Otra investigación del ARS ha puesto de manifiesto que la cantidad de N2O emitida por los campos fertilizados con el amoníaco anhidro fue, por termino medio, dos veces más elevada que las emisiones de los campos fertilizados con urea. Es probable que las emisiones más altas del amoníaco anhidro vengan de la conversión del amoníaco al nitrato.
También se observó que los agricultores que usan laboreo de conservación pueden minimizar las emisiones de N2O colocando los fertilizantes entre 5-7 cm por debajo de la superficie del suelo. La razón es que en un sistema de labranza reducida, los microorganismos que tienen un papel en la producción de emisiones de N2O viven más cerca de la superficie del suelo.
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