A lo largo de este año, la fiebre aftosa en Turquía se ha extendido por 700 áreas de su geografía, lo que representa un incremento de un 300% en relación con los datos del Ministerio de Agricultura. Incluso se sospecha que la presencia real de la enfermedad podría ser mayor de la declarada, ya que hay explotaciones que tratan de ocultar la presencia del virus para evitar las devastadoras consecuencias que la confirmación de la enfermedad supondría para su explotación.
Se estima que la fiebre aftosa ya ha causado una pérdida de eficiencia en la industria láctea de entre un 15-20% y de un 10% en la cárnica, además de las muertes de los animales. En los últimos tres meses, han cerrado los mercados en más de 40 áreas afectadas.
Se ha iniciado la vacunación contra la fiebre aftosa. No obstante, las propias autoridades reconocen las grandes dificultades que están teniendo para poder manejar la enfermedad.
La situación en la que se encuentra Turquía no es solo prueba de los devastadores efectos que provoca la fiebre aftosa, sino que pone de manifiesto el peligro que se encuentra la UE.
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