Nos necesitamos. Hablar de mundo urbano y mundo rural es trazar una línea imaginaria entre ambos que no obedece a la realidad. Y no sólo porque los pueblos sirvan de válvula de escape para los estresados “urbanitas”, (turismo rural), sino porque el desayuno de cada mañana y el aire más puro y limpio está allí, en las tierras del medio rural.
Sin embargo, en las últimas décadas la balanza se ha inclinado a favor de las grandes metrópolis. En los últimos 40 años la población de los municipios de menos de 10.000 habitantes ha pasado de ser el 57% de la población española a tan solo un 23%. Y esa tendencia tiene mucho que ver con el desplome de la población activa agraria, que en la actualidad no supera el 5% del total del Estado.
Desde COAG llevamos alertando desde hace años de los terribles efectos de esta situación. La consecuencia más visible la encontramos en la despoblación y envejecimiento de grandes áreas rurales, con el progresivo deterioro de nuestros pueblos. Pero a medio plazo, las consecuencias estarán relacionadas con la seguridad alimentaria y el medio ambiente. La destrucción del tejido productivo aumenta la dependencia del exterior en cuestiones alimentarias y eso nos puede traer más de un dolor de cabeza en un entorno mundial de gran volatilidad de precios y significativo aumento de la población. Además, el abandono de la actividad agraria, no sólo acelera la desaparición de nuestros pueblos, sino que tiene graves efectos sobre los recursos naturales y el paisaje. Los agricultores y ganaderos gestionamos el 80% del territorio de nuestro país y la “factura” podría ser bastante elevada si en el futuro próximo no es así. Conviene recordar que si los ciudadanos/as pueden disfrutar de una “casita rural con encanto” es gracias a un bucólico entorno cincelado a golpe de agricultor sembrando y ganado pastando. Y en un contexto de cambio climático, los cultivos representan uno de los grandes sumideros de CO2.
Y no sólo eso; en un entorno de paro y crisis, se ha comprobado que aquellas regiones en las que la agricultura social tiene todavía un peso importante en la economía, hay capacidad para generar empleo sostenible y necesario.
La experiencia nos dice que es necesario tejer alianzas con los diferentes agentes de la sociedad civil (consumidores, ecologistas, conservacionistas, ONGs, etc..), porque la agricultura y la alimentación nos incumbe a todos. El VII Foro por un mundo rural vivo, que se celebrará durante los próximos 8,9 y 10 de octubre en Cortes de la Frontera (Málaga), en plena Sierra de Ronda, es el espacio de debate ideal para el intercambio de ideas. Es un momento decisivo para el futuro de la Política Agraria Común (PAC) más allá de 2013 por lo que nos servirá para afinar nuestras propuestas, junto a todas las organizaciones que formamos parte de Plataforma Rural, de cara a la posición oficial que presente la Comisión Europea el 17 de noviembre.
Europa necesita una nueva PAC sustentada en la soberanía alimentaria para recuperar la capacidad política en los temas que atañen a la agricultura y a la alimentación. Una nueva PAC apoyada en el modelo social de agricultura, en las miles de explotaciones familiares que generan empleo, vertebran el territorio y tienen proyección de continuidad, garantizando la producción de alimentos de calidad, preservando el medio ambiente y la diversidad de la agricultura europea. Y todo ello, dentro de un compromiso con la sociedad para que el desarrollo de nuestro sector vaya de la mano con las demandas sociales, culturales y medioambientales.
Más información sobre El VII Foro por un mundo rural vivo, que se celebrará durante los próximos 8,9 y 10 de octubre en Cortes de la Frontera (Málaga) en: www.plataformarural.org
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