Un estudio realizado por la Universidad de Bristol ha puesto de manifiesto que los shock pre-aturdimiento en las plantas comerciales de procesado de broilers provocan importantes efectos en la canal y la calidad de la carne, así como en el bienestar. Según el estudio, las aves, especialmente las ligeras, sufren un significativo nivel de shock pre-aturdimiento en las plantas de procesado que utilizan el sistema de aturdimiento con baño de agua eléctrico, que es el más popularmente usado en el Reino Unido.
Cuanto mayor es el nivel de shock pre-aturdimiento más elevados son los efectos adversos sobre la canal y la calidad de la carne, como hemorragias en las alas, pechuga y hombros, así como en huesos pectorales rotos.
Además, se ha observado problemas de bienestar animal, por incidencias en el aturdimiento, provocadas porque las aves vuelan hacia el baño de agua eléctrico. Los resultados de la investigación se han publicado en Animal Welfare, la revista de la Federación de Universidades para el Bienestar Animal.
El Reglamento 1099/2009 sobre protección de los animales durante el sacrificio y que entró en vigor el pasado 1 de enero, estipula que en el aturdimiento con baño de agua eléctrico es muy importante evitar shock eléctricos antes del aturdimiento. Según el estudio, los resultados obtenidos proporcionan argumentos económicos y comerciales a los requerimientos de bienestar de la legislación, para mejorar la entrada controlada de aves en baño de agua eléctrico mediante modificaciones y adaptaciones en el diseño.
El sector avícola no es el único que puede verse perjudicado con las nuevas normas. El sector español del ovino ha reiterado en múltiples ocasiones y en múltiples foros que la nueva normativa comunitaria para la protección de los animales durante el sacrificio puede generar problemas en el sacrificio de los corderos y cabritos. En España, estos animales se sacrifican con poco peso, mayoritariamente por debajo de los 25 kg. Las nuevas normas establecen una intensidad mínima para el aturdimiento de 1 amperio. Al aplicar esta carga eléctrica a un animal de poco peso, en lugar de aturdirlo, que sería el objetivo de la misma, se podría llegar a electrocutarlo. En consecuencia, esta práctica no solo generaría sufrimiento al animal, sino que también produciría pérdidas económicas por daños a la canal y a la piel del animal, que perderían valor.
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