Las poblaciones humanas antiguas llevaron con ellos sus animales y cultivos domésticos en una multitud de trayectorias de migración. En la actualidad, los datos sobre el origen de estos cultivos y su evolución pueden aportar nuevas pistas sobre la propia historia humana.
Investigadores de Dinamarca, Estados Unidos, Suecia, Chile y Australia han empleado esta estrategia para conocer cómo se introdujo el maíz desde México al suroeste de EE UU y cuál fue su adaptación genética a este nuevo ambiente. Las conclusiones se han publicado hoy en un artículo de la revista Nature Plants. Fuente: Fuente: DiCYT
El origen del maíz (Zea mays ssp. mays) en el suroeste de los Estados Unidos es una cuestión polémica. Los datos arqueológicos han dirigido a la comunidad científica a diferentes posibles rutas de difusión en el país, tanto costeras como montañosas. Por otro lado, la adaptación genética al nuevo contexto ambiental y cultural del suroeste del país norteamericano es un aspecto que en gran parte no ha sido caracterizado.
La comparación entre secuencias de ADN de cultivos modernos y parientes silvestres tampoco ha aportado luz. Rute da Fonseca y Thomas Gilbert, investigadores del Museo de Historia Natural de Dinamarca, aseguran que este método ofrece una visión “simplificada” y que es necesario analizar las variedades ahora desaparecidas que conformaron la transición entre las plantas de maíz que nuestros ancestros utilizaron como alimento y las que se conocen hoy día.
Estos datos “intermedios”, proporcionarían “una imagen más precisa de cómo se han desarrollado los cultivos de este alimento”, tal y como explican los científicos. Da Fonseca y Gilbert, junto con otros colegas, han aplicado técnicas de secuenciación genética de última generación a 32 muestras de ADN nuclear de maíz obtenidas de 28 sitios arqueológicos de Estados Unidos y México, que datan desde hace entre 6.000 años y 700 años de antigüedad, y los han comparado con ADN de maíz moderno y ADN de maíz antiguo recogido en un museo de Chile.
A través de Sierra Madre
El trabajo ha revelado que la primera fase de introducción del maíz en el sudoeste de los Estados Unidos se produjo a lo largo de una ruta de montaña, la de la Sierra Madre (desde México hasta el Estado de Arizona), hace unos 4.000 años. Posteriormente, se originó un flujo de genes a través de una ruta costera del Pacífico unos 2.000 años más tarde.
Por otro lado, el análisis genético de las muestras de maíz ha permitido a los investigadores profundizar en la evolución del cultivo, que tuvo que adaptarse al nuevo entorno climático, más seco, y desarrollar tolerancia a la sequía. El maíz también tuvo que adaptarse a los gustos culturales hasta ser más dulce, modificando su contenido de azúcar.
Los hallazgos ponen de manifiesto una significativa presión evolutiva aplicada al maíz, debida, por un lado, a las migraciones humanas y, por otro, al contexto cultural.
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