El embargo ruso ha tenido un importante efecto en los países exportadores pero al mismo tiempo ha tenido un impacto en el propio mercado ruso. En el caso del sector lácteo, Rusia importa un 60% de queso y un 30% de mantequilla de los países sobre los que pende el embargo.
Estas cantidades que no se han podido importar, han generado un gran desabastecimiento del mercado y en consecuencia, un elevado aumento de precio en los lineales. El Ministerio ruso prevé que el precio de la leche aumente en un 30% con respecto al año anterior. En el caso del queso se estima la subida en un 18% y de un 20% para otros productos lácteos.
El consumidor ruso, ante esta escalada de precios, ha optado por dos opciones principalmente: buscar las alternativas más baratas y/o reducir su consumo de lácteos.
El embargo podría haber sido una oportunidad para que Rusia aumentara su producción y pudiera abastecer la demanda. Sin embargo, el escenario no ha sido favorable a los intereses rusos: la caída del rublo, la reducción de los precios de petróleo y el aumento de los tipos de interés no han favorecido los proyectos de inversión, sino todo lo contrario. Muchos proyectos se ha re-evaluado y en muchos casos, pospuesto.
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