El último informe estadístico de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) pone el foco en un fenómeno cada vez más determinante para la economía vitivinícola mundial: la reexportación de vino. Bajo el título “El comercio mundial del vino: papel y relevancia de los centros de reexportación”, el estudio ofrece la primera estimación global sobre el volumen y el valor de estas operaciones, que explican parte de la creciente interconexión del mercado internacional.
Según la OIV, entre 2018 y 2023 las reexportaciones representaron un 13 % del total del comercio mundial de vino, equivalentes a 14 millones de hectolitros por un valor de 4.600 millones de euros. Estas cifras confirman que el vino ya no solo se produce y consume a escala global, sino que también se redistribuye a través de una red de países y plataformas que añaden valor mediante el almacenamiento, el embotellado o la logística especializada.
El comercio mundial de vino representa ya el 47 % del consumo global
El informe señala que el comercio internacional de vino alcanza los 100 millones de hectolitros anuales, con un valor total estimado en 36.000 millones de euros y un precio medio de 3,60 €/l. En conjunto, el vino exportado representa el 47 % del consumo mundial, reflejo de su transformación en un producto global, aunque el volumen de exportación se mantiene estable desde hace más de una década.
La OIV identifica distintos tipos de centros de reexportación: los tradicionales europeos, como Reino Unido, Países Bajos o Bélgica, que siguen siendo grandes plataformas de redistribución; los puertos asiáticos de alto valor añadido, como Singapur o Hong Kong, donde se canalizan vinos premium; y los nuevos actores regionales, como Canadá o Angola, que están contribuyendo a diversificar las rutas comerciales y conectar mercados vecinos.
Hubs logísticos, factores regulatorios y demanda asiática impulsan la reexportación
El análisis de 14 países reexportadores revela que la actividad se concentra en territorios con ventajas logísticas, estabilidad comercial y marcos regulatorios favorables, que facilitan operaciones rápidas y eficientes. En Europa, los bajos aranceles y la infraestructura portuaria avanzada de Países Bajos y Alemania impulsan la redistribución de vinos tanto a granel como embotellados.
En Asia, Singapur y Hong Kong se han consolidado como nodos estratégicos para vinos espumosos y de gama alta, aprovechando su posición geográfica y sus acuerdos de libre comercio. En cambio, otros países como Tailandia, Letonia o Lituania actúan como corredores regionales que facilitan el acceso a mercados con mayores restricciones logísticas o normativas.
La OIV destaca también cómo los cambios estructurales del comercio mundial, incluidos los efectos del Brexit, han alterado las rutas tradicionales y potenciado el papel de nuevos intermediarios, como Bélgica.
Un elemento estructural del mercado del vino
La reexportación se consolida como un elemento estructural del comercio mundial del vino, no solo por su impacto en la circulación del producto, sino por su capacidad de generar valor añadido más allá de la producción, mediante actividades de logística, embotellado o adaptación al consumidor final.
Para la OIV, comprender estas dinámicas resulta esencial para anticipar los cambios en la demanda, mejorar la transparencia de los mercados y fortalecer la resiliencia del sector vitivinícola ante las fluctuaciones globales.
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