La falta de lluvias ha reducido drásticamente la producción de aceituna de mesa en Extremadura, con pérdidas que superan el 70 % de la cosecha y afectan especialmente a la variedad manzanilla cacereña. Según La Unión de Extremadura, la escasez de precipitaciones ha provocado que muchas aceitunas no alcancen el tamaño necesario para su recolección, adelantando su maduración y obligando a los productores a destinar gran parte de la producción al molino, a pesar del bajo rendimiento en aceite de esta variedad.
El problema es especialmente grave en el norte de la región, donde se estima que la producción perdida supera los 52 millones de kilos de aceitunas en una superficie de 55.000 hectáreas. Solo en el caso de la manzanilla cacereña, las pérdidas económicas se calculan en más de 27 M€, a lo que habría que añadir los daños registrados en las zonas olivareras de Tierra de Barros.
Una campaña marcada por la sequía extrema
El sector atraviesa el tercer año consecutivo de sequía, pero los agricultores coinciden en que la actual campaña es la peor de todas. En muchas fincas, las aceitunas han perdido tamaño y color, lo que imposibilita su comercialización como aceituna de mesa. La situación afecta de manera directa a los ingresos de los productores, especialmente de las explotaciones familiares que dependen de este cultivo.
La Unión de Extremadura ha recordado que el Reglamento (UE) 2024/3242 establece ayudas excepcionales a los Estados miembros afectados por desastres naturales, que se activan cuando las pérdidas superan el 30 % de la producción. En este caso, las pérdidas más que duplican ese umbral, por lo que la organización reclama la modificación del reglamento para que las medidas incluyan a los sectores dañados desde junio de este año.
Petición de ayudas directas al sector
Ante la magnitud de las pérdidas, la Unión de Extremadura solicitará a la Junta y a los parlamentarios de la Asamblea autonómica la aprobación de un decreto-ley que establezca ayudas directas para los agricultores afectados por la sequía. Estas ayudas permitirían mantener la actividad y evitar el abandono de explotaciones, en una región donde el olivar desempeña un papel esencial en la economía rural, la fijación de población y la prevención de incendios.
La organización agraria subraya que el olivar es un cultivo estratégico para Extremadura, tanto por su valor económico como por su contribución al equilibrio ambiental y al mantenimiento del empleo en numerosas zonas rurales.





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