El Consejo ha aprobado la Directiva sobre vigilancia del suelo, que establece por primera vez un marco común en la Unión Europea para la evaluación y seguimiento de la salud de los suelos, con el objetivo de que todos los suelos europeos estén en buen estado para 2050. Esta normativa busca reforzar la resiliencia de los suelos, esenciales para la seguridad alimentaria, el suministro de agua limpia y la protección del medio ambiente.
Entre los elementos principales, la directiva introduce medidas para mejorar la gestión de los suelos, identificar y tratar emplazamientos contaminados y mitigar la ocupación del suelo, con especial atención al sellado con materiales impermeables y a la remoción de la capa superficial en actividades como la construcción. Asimismo, se establecerán sistemas nacionales de seguimiento que permitirán evaluar el estado físico, químico y biológico de los suelos mediante una metodología armonizada en toda la UE.
Los Estados miembros deberán informar periódicamente a la Comisión Europea y a la Agencia Europea de Medio Ambiente sobre el estado de la salud del suelo, el uso del territorio y la existencia de lugares contaminados. También deberán incluir el control de contaminantes emergentes como las PFAS, los plaguicidas y los microplásticos. La directiva define descriptores comunes del suelo e introduce clases para describir su estado, vinculadas a objetivos no vinculantes de la UE y valores de activación fijados a nivel nacional.
La Comisión Europea apoyará a los Estados miembros en la implementación de la norma mediante el desarrollo de herramientas comunes y el intercambio de buenas prácticas. Una vez que el Parlamento Europeo celebre su votación final, los países tendrán tres años para transponer la directiva a sus legislaciones nacionales.
La importancia de esta medida se enmarca en el hecho de que más del 60% de los suelos europeos presentan problemas de degradación, provocados por una gestión insostenible, la contaminación, la sobreexplotación y los efectos del cambio climático. Hasta ahora, el suelo carecía de un marco legislativo específico en la UE, a diferencia de otros ecosistemas como el agua o el aire. La propuesta se planteó en julio de 2023, tras la estrategia de biodiversidad de la UE de 2021, que fijó el objetivo de lograr suelos saludables en 2050.
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