Donald Trump tomó posesión de su cargo como presidente de EEUU el lunes pasado y el mundo estuvo pendiente de su discurso inaugural, en especial, en torno a su política arancelaria, después de haber defendido durante toda su campaña electoral, su lema de «Americans first» (los estadounidenses primero) y que impondría aranceles a la importación desde el primer día.
En su discurso, Trump señaló que iba a comenzar de inmediato la reforma de su sistema comercial, con el fin de proteger a los trabajadores y a las familias estadounidenses y que en lugar gravar a sus ciudadanos para enriquecer a otros países, quiere aplicar aranceles e impuestos a países extranjeros para enriquecer a los ciudadanos USA. Para ello, va a crear el ‘Servicio de Rentas Externas’, que se encargará de recaudar todos los aranceles y derechos de importación, lo que supondrán grandes cantidades de dinero que engrosarán el Tesoro Público.
En su discurso, Trump no mencionó a China, salvo cuando se refirió al Canal de Panamá, sobre el que quiere volver a tomar el control. Señaló que China está operando el Canal de Panamá, y «no se lo dimos a China», dijo, en referencia a la devolución del control al gobierno de Panamá por parte del presidente Carter.
El lunes por la tarde, Trump firmó órdenes ejecutivas para que las agencias federales investigaran los persistentes déficits comerciales estadounidenses y las prácticas comerciales desleales. En base a los resultados de estas investigaciones se obraría en consecuencia.
En conclusión, Trump sigue con la amenaza de los aranceles pero sin, de momento, especificar fechas, cuantías u orígenes, o incluso, si realmente se pondrán.
Recordemos que había anunciado aranceles de hasta el 60% para las importaciones chinas y del 25% para las de Canadá y México, entre otros países.
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