Al igual que en España no paran de sucederse las protestas de los agricultores, en Francia está pasando lo mismo, pero con una diferencia. Mientras que en España los agricultores y ganaderos protestan por los bajos precios percibidos y los altos costes de producción que tienen que afrontar, en Francia protestan porque se sienten menospreciados y perseguidos por la sociedad.
Ayer, unos 300 agricultores se manifestaron en París, delante del Consejo de Estado, porque esta institución le ha pedido al gobierno de Emmanuel Macron que refuerce las reglas que establecen las distancias para la aplicación de plaguicidas. Se trata de las zonas de no tratamiento que hay que dejar al borde los ríos y que el Consejo de Estado quiere que sea una pasillo de 5 metros de anchos. Los agricultores se quejan de la enorme superficie que van a tener que dejar sin cultivar, si se tiene en cuenta que en Francia hay 1.700 km de vías fluviales y hay que dejar 5 metros a cada lado sin tratar.
Denuncian que la presión continua de los ambientalistas no es admisible. Se siente estigmatizados por la sociedad que les ve como contaminadores por usar fitosanitarios y fertilizantes, a pesar de las estrictas normas que tienen que cumplir, mucho más exigentes que en el resto del mundo. Atrás quedan en el olvido, los días de confinamiento por el Covid, cuando la sociedad les veía como héroes que hacían posible que sus mesas estuvieran llenas de alimentos.
Los agricultores también se quejan de la burocracia y el excesivo control de la futura PAC. Señalan que les controlarán cada cinco días por satélite y se preguntan ¿qué otra profesión en Francia se revisa cada cinco días?.
En la manifestación de ayer quemaron paja delante del Consejo de Estado. La protesta terminó con 73 personas detenidas que fueron transportadas a comisaría en un autobús policial. Se trataba de una concentración que no tenía permiso y los manifestantes se negaron a disolverse cuando las fuerzas del orden de lo requirieron. Para hoy, hay previstos cortes en carreteras.
Hacen bien