La falta de sustancias activas autorizadas para la sanidad vegetal y sus consecuencias para la agricultura ya ha sido anunciada en el Informe “Low Yield” de Steward Redqueen, publicado en 2016, que en el caso de España para los ocho cultivos analizados, entre ellos la remolacha, estimaba pérdidas de producción entre 35% y el 45% y un aumento en los costes por hectárea en torno al 50% amenazando la viabilidad de este cultivo en España.
Esta pérdida de herramientas y por lo tanto de productividad, podría verse agravada como consecuencia de las Estrategias de la Comisión Europea (“Granja a la Mesa” y “Biodiversidad 2030”), que contemplan un objetivo de reducción de uso de productos fitosanitarios del 50% en 2030.

Por este motivo, la Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS), compuesta por ASAJA, UPA, Cooperativas Agro-alimentarias, FEPEX y AEAC.SV, ya solicitó en la Consulta Pública sobre la “Estrategia de la Granja a la Mesa”, realizada en febrero 2020, la necesidad de realizar un estudio de impacto sobre las consecuencias que el objetivo de reducción de uso de productos fitosanitarios del 50% en 2030 podría tener para la productividad agrícola en España y una decisión así debería supeditarse a la existencia de herramientas alternativas en función de cada cultivo.
El motivo fundamental por el que se prohibieron los neonicotinoides en 2018 fue por su supuesto perjuicio a las abejas recuerda ALAS, quien en este sentido señala que acaba de terminar el mayor estudio de campo, realizado por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) junto con la Universidad de Córdoba, en el que se demuestra que no hay diferencia significativa sobre la salud de las abejas entre la parte de cultivos tratados y no tratados con los NNIs.
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