Todos tenemos el derecho y el deber de trabajar, pero dentro del trabajo se pueden distinguir dos grandes grupos: Los que sirven para producir riqueza y jornales y los que sirven solo para producir jornales, lo que se entiende por «valor añadido», que por muy importante que sea, siempre va a depender de la riqueza que produzcan los primeros.

En el Grupo 1º, como generadores de riqueza y trabajo. ( V» valor), incluimos la actividad agraria, minería, fábricas y astilleros, el turismo y, además, el energético, es decir, producción de energía en los saltos de agua y mediante pantallas fotovoltaicas y el viento. No incluimos la energía producida en las centrales nucleares para evitar discusiones, pero si continúa el consumo exagerado, va a ser la más importante. Éstos son los básicos que debemos mantener, ya que no dependen solo de las modas o tendencias del momento y se producen o se pueden producir aquí.
España ha sido siempre un país agrícola y la actividad productora de riqueza básica ha sido la agricultura, ganadería y pesca. La minería también ha sido importante y una de las más antiguas, aunque actualmente también está teniendo dificultades por la contaminación que produce el carbón. Posteriormente las fábricas y los astilleros, se incluyen en este grupo aunque se sirvan de materiales ajenos. La producción de energía por medios alternativos al carbón, son generadores de riqueza y también se puede incluir el turismo, que por la importancia que está adquiriendo, posiblemente se convierta en la generadora de riqueza más importante de España, si se sabe cuidar y mantener en calidad y precio.
En el Grupo 2º, como generadores de jornales ( «VA» o valor añadido), se incluyen todas las demás actividades profesionales, todas ellas dignas, como las tiendas, comercios, grandes superficies comerciales, etc. etc., que aprovechan la riqueza generada o importada del anterior grupo.
A nosotros lo que más nos preocupa es lo referente a la agricultura y ganadería. Vemos que cada día más, están desapareciendo las pequeñas explotaciones familiares locales, tanto agrícolas, como los pequeños rebaños, que tanto abundaban en los pueblos de secano, que aprovechaban los montes para pastar. Hemos sido espectadores directos de todos estas desapariciones o cambios, que debieron empezar a principios de los años setenta y que desde el principio ya muchos denunciábamos, aunque sin éxito.
La evolución se los ha llevado o barrido a todos, pero a veces con la colaboración miope de la Administración, que no ha sabido «ver» lo que estaba pasando. Un ejemplo claro es la desaparición de los pequeños rebaños de 60-70 ovejas/pastor, de los pueblos de La Montaña alicantina, por la prohibición de que el ganado entrara en los sitios que se estaba repoblando. Con el tiempo, estos lugares, con demasiada frecuencia, son pasto de las llamas, las cuales se producen por la abundancia de hierba que el ganado eliminaba.
Suponemos que nos dirán que lo pequeño no tiene cabida en el mundo comercial actual, pero peor ha sido el abandono que presentan las parcelas, que antes eran vergeles bien cuidadas, productoras de hortalizas y fruta de calidad. Al menos las familias disponían de alimento, no solo para su autoconsumo, pues también se disponía de gallinas y ganado menor, sino para la venta directa del excedente, lejos del espectáculo desagradable del abandono total que hoy día ofrecen y de la cantidad de gente necesitada.
Durante estos días está apareciendo en los medios audiovisuales, un movimiento que está adquiriendo importancia nacional, sobre el problema de la despoblación que se ha producido en una gran parte del interior de nuestra península, que nosotros lo podríamos asociar al «abandono del campo», del que llevamos hablando muchos años. Nuestro enfoque era principalmente económico, por lo que estábamos viendo y comprobando lo que nos decía la gente. También hay que reconocer que nos limitábamos a nuestros pueblos de la Comunidad Valenciana, principalmente cercanos a la costa (turismo), donde la gente abandona la actividad agraria solo porque no es rentable y no se puede vivir del campo, pero por el interior, además, hay otros problemas, como veíamos cuando recorríamos «La Montaña» del interior alicantino, donde la carencia de Escuela, Sanidad y Farmacia, o si prefieren Maestro, Médico y Farmacéutico, si «no aleatorio», sí «no permanente», con los graves problemas que ello supone para la población, normalmente envejecida, que se queda.
Como no sabemos más, vamos a comentar las grandes diferencias entre hace unos años y ahora. Ahora nos detenemos en observar el paisaje a partir del casco urbano. Antes se veían campos bien cuidados y productivos. Mucha gente trabajando y viviendo con su familia de la riqueza que generaban esos campos. Y ¿ ahora qué?. Parece que se los ha tragado la tierra (y nunca mejor dicho). Salvo raras excepciones, y me estoy fijando en los Marenys y El Perelló, el campo, en la mayoría de nuestros pueblos, está completamente abandonado. Quedan algunos pocos que todavía se mantienen, porque cobran la pensión, por lo que tienen la permanencia de lo que duran sus dueños, o cuando les llegue la edad de jubilación a los más reacios.
Entre los años 70-80, en una SAT de Alcalalí (Alicante), se realizó un exhaustivo estudio para seleccionar el cultivo más conveniente, teniendo en cuenta la venta, la producción y precio y el trabajo que exiguía, ganando por goleada el nogal, pero en una de las visitas que recorría el grupo por todas las Comarcas, en el pueblo murciano de Caravaca o Calasparra, nos enseñaron una plantación de olivos, donde cada hoja tenía una aceituna, por lo que quedaron tan impresionados que cambiaron la elección de nogales por olivos. Actualmente también están abandonados, ya que no compensa ni la recolección de las aceitunas.
Debido a ello, nosotros junto con otros, quisimos ensayar el cultivo elegido del nogal en Sueca. Al principio iba muy bien, hasta que la mariposa, conocida por carpocapsa (Cydia pomonella), empezó hacer estragos. Así como en las manzanas se aprecian perfectamente las que están atacadas por la larva y las que no, en las nueces no es posible, lo que obliga a revisar, una a una, para poder separar las sanas de las que llevan la larva o «gusano», trabajo imposible de hacer por los precios de la mano de obra. En Sueca ya se tenía experiencia de esta plaga, pues por los años 40-50, en una parcela familiar teníamos plantada una hilera de manzanos alrededor de todo el perímetro. Siempre habían algunas manzanas agusanadas, por estar atacadas por esa pequeña mariposa, que las echábamos al caballo para que se las comiera. Entonces la plaga apenas tenía importancia, pues afectaba a un porcentaje muy pequeño. Al llegar la «explosión del naranjo», la mayor parte de la huerta se convirtió en un naranjal y las manzanas desaparecieron. Había una variedad, que llamaban «de verano» que era extraordinaria, la cual ha sido una lástima que se perdiera.
Durante los últimos 20 años o más, se ha estado comprobando la triste realidad de que resulta muy difícil poder vivir económicamente de la agricultura con las condiciones de la mayoría de las fincas valencianas. Como no se estaba en condiciones de prestar una gran dedicación y esfuerzo, como exige la horticultura, se eligió el cultivo del nogal como productor de nueces, aunque también ensayamos un híbrido como productor de madera, con 40 árboles y como ya se ha indicado, al principio todo iba bien, con algún pequeño problema con alguna de las variedades autóctonas, cuyo fruto no era del todo comercial, pero nada importante, porque nos dedicamos a hacer nuestro propio vivero, mediante un selección masal. Todo bien: producción, calidad y precio, hasta que apareció la anterior plaga de los frutales de pepita, pero que también ataca a las nueces y que acabó con todas las perspectivas comerciales de este frutal que hubiera sido una buena solución al problema de abandono de tierras.
Ahora estamos observando el resultado de ese abandono con que se ha tenido a la población agraria, durante mucho tiempo y va a ser difícil revertir la tendencia. No hace mucho hemos recibido una carta de un pueblo alicantino, en el que nos informan que han formado una Comisión, para devolver la vida a su término agrícola. ¡Ojala lo consigan! Va a ser difícil o muy difícil, pero está claro que no nos podemos permitir el lujo de tener los campos abandonados. Es una riqueza que se tiene que resucitar, pues el poder comer bien no es lo mismo que poder ver bien la televisión.
¡Ya veremos quien le pone el cascabel al gato!





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