Una de las peticiones que varios países, entre ellos España y Francia, presentaron en el último Consejo de Ministros para hacer frente a la crisis láctea, fue incrementar el precio de intervención. Esta es una propuesta de la que el Comisario de Agricultura, Phil Hogan no quiere ni oír hablar.
Tomás García Azcárate dice en uno de sus últimos artículos que no sería buena idea la subida del precio de intervención para la mantequilla y la leche en polvo, porque si el precio sube hasta aproximarse a los costes medios se estimularía la producción ahondando la crisis, explotarían los costes de intervención, se favorecería a los que pueden producir más y más barato y se estimularía la producción de productos industriales (mantequilla y polvo) frente a productos de calidad y quesos. En suma sería pan para hoy y hambre para mañana.
Sin duda sus argumentos son acertados y la intervención no tiene que convertirse en un comprador más sino ser una red de seguridad. La cuestión es si a los actuales precios de intervención, ésta está funcionando realmente como red de seguridad. Con la grave crisis láctea que azota a toda la UE, choca que no haya ni un solo kilo de mantequilla en la intervención y solo 19.735 tn de leche desnatada en polvo, básicamente, de Lituania, Polonia, Reino Unido e Irlanda (datos del Observatorio del Mercado de la Leche).
Si subir el precio de intervención podría generar más inconvenientes que ventajas y tal como está, no parece que sea de mucha utilidad, habría que empezar a pensar en sustituir este mecanismo de mercado por otro que realmente sirva de algo en momentos de crisis.
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