El sector de cultivos
herbáceos de alto valor añadido (trigo alto fuerza, girasol alto oleico y
cultivos proteicos) tiene ante sí la oportunidad de satisfacer una demanda que
hasta ahora está desbastecida por producción doméstica.
El trigo alto fuerza cada
vez es más demandado por harineras, galleteras y fabricación de pastas. En
España se necesita un millón de toneladas y solo se producen 200.000 tn.
Castilla y León solo cuenta con un 12% de las 886.000 ha sembradas de trigo es
de alta fuerza.
El girasol alto oleico tiene
una demanda creciente porque cada vez el consumidor está más interesado en
productos saludables. Además, desde finales de 2014, hay que indicar en el
etiquetado de los alimentos si el aceite que contiene es de girasol, de oliva o
de palma, no basta con decidir que es de origen vegetal. En Castilla y León,
solo un 15% de las 292.401 ha dedicadas a girasol, son alto oleico.
Los cultivos proteicos
tienen una demanda que tradicionalmente es abastecida por importaciones, debido
a que la tasa española de autosuficiencia en proteína para alimentación animal
es de un 19% (33 % en el caso de la UE). Actualmente en Castilla y León se
siembran unas 40.000 hectáreas de guisante proteaginoso lo que supone un 34 %
del total nacional, y unas 43.000 hectáreas de colza.
Dentro de la Estrategia
AgroHorizonte 2020, impulsada por la Junta de Castilla y León, se ha fijado el
objetivo de incrementar la producción de cultivos herbáceos de alto valor. Se
espera llegar a 60.000 hectáreas de trigos de alta calidad y trigos de fuerza,
lo que supondrá una producción media de 250.000 toneladas y multiplicar por diez
la superficie actual. Se prevé alcanzar las 150.000 hectáreas de girasol alto
oleico, lo que supondrá multiplicar por tres la superficie actual, y supondrá
también que la mitad del girasol sembrado en Castilla y León sea alto oleico. En
cuanto a colza y guisantes proteaginosos, los objetivos son 50.000 hectáreas y
120.000 ha, respectivamente, lo que ambos casos supone multiplicar por tres la
superficie actual.
Dentro de las medidas más
destacadas que la Junta de Castilla y León tiene previstas para el sector,
habría que señalar:
– Desarrollar distintos
proyectos de investigación para garantizar unos cultivos que cumplan los
estándares de calidad demandados por las industrias y para que los agricultores
puedan incluirlos entre sus alternativas de cultivo y transferir estos
conocimientos a los cultivadores.
– Estudiar posibles sistemas
a que garanticen el suministro a los agricultores de semilla certificada.
– Lograr acuerdos
interprofesionales entre agricultores e industrias, que garanticen que la
producción de trigo fuerza y trigo duro responda a la demanda de los productos
que exige el mercado.
– Aprovechar la fortaleza de
‘Tierra de sabor’ y su identificación con la producción de trigos de calidad y
de fuerza en Castilla y León
El sector en
cifras
– Castilla y León ocupa la primera posición nacional en la
producción de cultivos herbáceos en general, siendo la principal productora de
cereales de invierno (trigo y cebada) con 1.900.000 hectáreas. La Comunidad
cuenta en la actualidad con 292.401 hectáreas dedicadas al girasol, 39.300 de
guisantes y 16.350 de colza. Las principales provincias productoras de girasol
son Burgos y Valladolid, de colza destacan, en superficie, Zamora y Salamanca y
Palencia y Valladolid en guisantes.
– La industria asociada a los cultivos herbáceos de alto
valor, como es la de pan, pastelería y galletas, productos de molinería y
fabricación de piensos, da empleo a 9.800 personas (el 28 % del empleo total del
sector agroalimentario) y genera 3.328 millones de euros (el 33 % de la cifra de
negocio de la industria agroalimentaria de la Comunidad).
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