La transición del sistema actual de pagos directos basados en derechos históricos al propuesto por la Comisión Europea en su propuesta de reforma de la PAC, basado en una cantidad fija por hectárea, puede tener graves consecuencias para muchas explotaciones holandesas, algunas de las cuales verían reducidas las cuantías a recibir de forma muy importante, según un estudio realizado Instituto de Investigación Agraria (LEI), de la Universidad de
Wageningen.
El informe analiza, conforme a lo solicitado por el Ministerio holandés de Economía (encargado de los temas agrarios), las consecuencias de aplicar la propuesta de la Comisión Europa, en el reparto del monto nacional a recibir, como uno de los escenarios, pero también otros tres: ayor peso para las medidas ambientales (reverdecimiento), mayor peso para la innovación y mayor peso para el pago básico, reduciendo los otros aspectos. Así pues, en el escenario propuesto por la Comisión, la ayuda básica sería el 68% del total, el 30% el reverdecimiento y el 2% correspondería a ayudas a jóvenes agricultores.
En el escenario en el que se prima la innovación, el 58% correspondería al pago básico, el 17% al reverdecimiento, el 13% a la innovación “verde”, el 2% a jóvenes agricultores y el 10% a usos especiales del suelo.
En el que se maximiza el reverdecimiento, se mantendría el 58% para el pago básico, el 30% para el reverdecimiento, el 5% para desventajas naturales, el 2% para jóvenes y el 5% restante para usos especiales del suelo. Por último, en una hipotética situación en que el mayor peso se diera al pago básico, este llegaría al 75%, el reverdecimiento se reduciría al 17%, los jóvenes al 2% y habría un 3% para pagos acoplados y otro 3% para innovación “verde”.
La propuesta de la Comisión entraña una pérdida media de 1.800 euros por explotación, si bien con grandes diferencias según sectores. La pérdida resulta muy elevada para los criadores de terneras y productores de fécula (36.400 € y 18.800 por explotación, respectivamente), mientras que los cultivos arables saldrían beneficiados con 1.800 €/explotación.
En los otros escenarios, el resultado es peor debido, sobre todo, al mayor esfuerzo en las condiciones para cumplir las medidas medioambientales y a los gastos en innovación, en los que no se han considerado los beneficios que, a medio y largo plazo, pueden generar. En el último escenario, las pérdidas para las explotaciones de patata para fécula se reducen, al mantenerse un pago acoplado a la producción.
Evidentemente, la distribución geográfica de las consecuencias está ligada a la mayor o menor concentración de los citados tipos de explotación.
En cuanto al tamaño de las explotaciones, el estudio concluye que las consecuencias pueden ser incluso favorables para las de menor dimensión; aunque no de forma proporcional, cuanto mayor es la explotación, mayores son los efectos negativos.
El impacto negativo de más de 10.000 euros por año puede afectar de 8.000 a 13.000 explotaciones, de las que el 70% serían lecheras. Frente a estos grandes perdedores, habría entre 800 y 2.500 explotaciones que ganarían más de 10.000 euros, especialmente de gran cultivo, horticultura en sentido amplio y pastos (no para vacuno de leche), según el Boletín Exterior del MAGRAMA.
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