4 de agosto de 2009, 20 de noviembre de 2009, 26 de octubre de 2010, 16 de marzo de 2011, 8 de noviembre de 2011, 3 de marzo de 2012,… ¡No se sorprenda! Las fechas sólo se corresponden con algunas de las multitudinarias movilizaciones y otro tipo de protestas que ASAJA ha organizado a lo largo de los últimos años por distintos puntos del territorio español. ¡Se nos rompe el corazón! Al echar la vista atrás, comprobamos que de poco han servido. Nuestros problemas en vez de solucionarse, se han agravado y ya no aguantamos más.
La estructura de mercado supone un problema capital que amenaza la supervivencia de nuestro modelo agrícola. Los desajustes que presenta se traducen en precios ínfimos en campo y subidas desproporcionadas en los establecimientos comerciales, lo que supone un claro abuso contra los productores y los consumidores.
El acuerdo de Marruecos conllevará pérdidas económicas de calado en nuestro territorio. El compromiso adoptado permite triplicar los contingentes e, incluso, la libre entrada de productos como los cítricos. ¡Sodoma y Gomorra! Que nos llegue lo que quieran, al precio que les venga en gana y aunque puedan encontrar la misma fruta u hortaliza en su territorio. Bueno, la misma, la misma, no. Nosotros a diferencia de otros producimos respetando las estrictas normas de calidad alimentaria.
La reforma de la PAC está suponiendo otra gran decepción. ¿El motivo? Sólo beneficia a la agricultura continental de grandes extensiones. Obvian ciertas cuestiones primordiales como los altos rendimientos, que se alcanzan gracias al esfuerzo que realizamos los agricultores para reconvertir plantaciones, podar y otras técnicas.
Los incrementos del gasóleo y de los demás insumos (abonos, agua, tarifas eléctricas,…) nos está obligando a cerrar nuestros negocios. La escalada del precio del gasóleo debe contenerse de algún modo. Antes disponíamos de un combustible profesional para poder desarrollar nuestros trabajos, pero los socialistas se cargaron las tarifas especiales. ¡¿El resultado?! Un productor paga ahora 4.500 euros más que en 2009 sólo en gasóleo.
El agua también nos ha causado mil y un quebraderos de cabeza por las continuas amenazas relacionadas con la petición de finiquitar los trasvases. El ministro Arias Cañete se comprometió a aprobar el Plan Hidrológico Nacional y, recientemente, la presidenta de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Mari Ángeles Ureña, ha comunicado que desbloqueará el trasvase Júcar-Vinalopó mejorando la calidad del líquido elemento y reduciendo sus tarifas. Espero que el Gobierno de poner las cosas en su sitio recuerde que los agricultores no necesitamos palabras halagüeñas, sólo hechos.
La falta de seguridad en las zonas rurales es otro de los graves problemas que nos afecta. Día sí y día también, leemos noticias sobre robos e incluso asesinatos a plena luz del día. Ahora bien, por fin un ministro, en su caso el de Interior: Jorge Fernández Díaz, se ha atrevido a defender que el número de delitos no desciende, si no que la estadística no refleja la realidad y, por ello, cambiarán la metodología. Los ladrones de guante blanco también nos causan daño entregándonos cheques en blanco como forma de pago.
Y aquí no finalizan nuestros problemas. Los agricultores seguimos sin recibir financiación mientras vemos como los bancos se dedican a todo, menos a lo que deberían: favorecer que los créditos fluyan. Las ayudas para los planes de mejoras han sido suspendidas. Necesitamos limitar el gran poder que ostenta la gran distribución, imponer las mismas condiciones de producción y garantías sanitarias a los productos importados de terceros países, aumentar la trasparencia en los precios de los insumos agrarios. También exigimos que defiendan de manera eficaz y contundente que la renta de los agricultores y ganaderos debe mejorar. Si no aprueban estas medidas, seguiremos viendo cómo continúan abandonándose los campos hasta la práctica extinción de nuestra agricultura. Entonces, no resultará extraño escuchar aquello de que ‘entre todos la mataron y ella sola se murió’. Sin embargo, si escucharan nuestras peticiones, este estratégico sector podría, como ya ha realizado en anteriores crisis, acoger a numerosa mano de obra desempleada para proporcionarle un trabajo digno. Ahora que empieza a cambiar el pensamiento dominante y se escucha que no sólo es necesario aplicar ajustes o recortes, si no que urge impulsar el crecimiento económico, espero que también se percaten de que la globalización debe tener un límite. El sistema no puede estar al servicio de los intereses privados de las grandes multinacionales, que han convertido los productos agrícolas en una mera mercancía para obtener dinero. Su función principal, alimentarnos, ha quedado tristemente regalada a un segundo plano.
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