La Asamblea de Regiones Europeas Productoras de Vino (AREV) ha elaborado un estudio sobre los impactos socioeconómicos y territoriales de la liberalización de los derechos de plantaciones vitícolas, de cara al Grupo de Alto Nivel que el Comisario de Agricultura, Dacian Ciolos prometió para analizar el futuro de estos derechos.
El estudio presenta las siguientes conclusiones:
1. El tamaño de la empresa no es prioritariamente sinónimo de economía de escala y de incremento de rentas (a partir de los datos del RICA en Francia),
2. El precio de los derechos de plantación no recarga significativamente el costo de la creación de un viñedo.
3. Un sistema de derechos de plantaciones, cuando se utiliza de manera laxa, no evita la sobreproducción (Alentejo, Argentina, Aquitaine, Vallée de la Loire), frecuentemente con reacciones en cadena negativas, sobre las regiones virtuosas.
4. La ausencia de sistema de regulación de las plantaciones en los países del Nuevo Mundo competidores de la UE no les ha permitido evitar el desequilibrio de mercado.
5. Otros países ha suprimido este sistema, pero porque no eran capaces de hacer respetar las reglas, e implementaron otros mecanismos de regulación del mercado (Argentina).
6. El sistema de derechos de plantación no fomentó un sector rígido, sino que permitió reasignaciones en las regiones en las que los mercados mostraban crecimiento (Francia, Italia, Alentejo).
Según el estudio, la desaparición de los derechos de plantación va a promover nuevas plantaciones en nuevas localizaciones. La pregunta es: ¿Se realizarán estas nuevas implantaciones en competencia con zonas de cultivo con vocación vitícola (zonas geográficas delimitadas todavía sin plantar) o zonas de cultivo con vocación general o también zonas por desbrozar?. La AREV considera, que en todo caso, afectará eludiblemente el capital medioambiental y paisajístico de las regiones vitícolas, se iniciará una deslocalización hacia las llanuras y, se afectará al enoturismo y su economía naciente así como la competitividad de los viñedos de montaña y de pendiente fuerte – con todas las consecuencias medioambientales inducidas.
La evolución del sector vitivinícola de estas últimas décadas va marcada principalmente por una tendencia a una industrialización, que lleva a las empresas de negocio a integrar la producción. La presión financiera, debida a la crisis, obliga además, según recoge el estudio, a que las empresas vayan dirigidas a obtener rendimientos importantes y rápidos, de ahí su necesidad de producir volúmenes importantes y darles salida rápidamente.
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