Los agricultores de la provincia de Alicante desarrollamos nuestro trabajo con la preocupación en el cuerpo desde el pasado mes de septiembre. La Comisión Europea publicitó por aquel entonces su proyecto sobre el acuerdo bilateral entre la UE y Marruecos para la liberalización del comercio de productos agroalimentarios. En el sector de los productos agrícolas, el compromiso adoptado permitiría triplicar los contingentes que importamos de pepinos hasta alcanzar la friolera de los 15.000 kgr; en el caso del tomate, se duplicarían las cantidades importadas al fijarse el límite en 257.000 kgr; en los cítricos y en otros muchos productos, permitirían la libre entrada sin límites, trabas ni control alguno. ¡Una auténtica barbaridad!
Los productores de Rabat no cumplen con las mismas condiciones de horarios, salarios, pagos a la Seguridad Social, exigencias en materia fitosanitaria,… Estos factores les permiten obtener kilos de limones, por ejemplo, a 0,05 ctm/kgr. Es evidente que en estas condiciones no podemos competir. ¿Cómo puede ser posible que se permita la entrada libre de productos que incumplen de manera sistemática las exigencias mínimas de sanidad y calidad alimentaria de obligado cumplimiento en la UE? Están instaurando y estableciendo legalmente el dumping social.
Recientemente, en una reunión del grupo hispano-francés de tomate, compuesto por productores de ambos países, constataron que en el mes de diciembre de 2010, Marruecos introdujo en nuestras fronteras 70.479 toneladas, más del doble del contingente establecido, incumpliendo, una vez más, el Acuerdo. ¡¿El reino alauita ni siquiera cumple con las cantidades que deben importar y aún así les premiamos ampliando sus importaciones?! Existe la necesidad imperiosa de crear un mecanismo exhaustivo y efectivo de control para vigilar y velar para que los marroquíes cumplan con las cantidades y garantías alimenticias. Además, la Unión Europea se vanagloria de proteger la democracia. Entonces, que acaben con su hipocresía y no pretendan fortalecer a un país que se rige por una férrea dictadura y la opresión de los trabajadores.
Con un Gobierno tan débil como el nuestro, sólo nos queda nuestra voz y lucha para tratar de frenar el posible acuerdo. No quiero recordar de nuevo a la querida ministra del MARM, Rosa Aguilar, defendiendo que el acuerdo de Marruecos no nos perjudicaría. ¡¿Cómo no iba a hacerlo si permitirían la libre entrada de productos tan importantes para nosotros como los cítricos?!. Según el último estudio elaborado por los servicios técnicos de ASAJA Alicante, sólo en este subsector de la provincia, se registraría un impacto económico negativo superior a los 50 millones de euros, teniendo en cuenta únicamente las pérdidas en exportaciones a países tan importantes para nosotros como Francia, Italia y Portugal.
Somos conscientes de que otro gallo cantaría si fuera Alemania o Francia el país que saliera perjudicado de la propuesta de acuerdo. El Gobierno de España ni siquiera es capaz de valorar el tremendo peso que tiene la agricultura, al contrario, por ejemplo, de lo que hace EEUU, que protege su producción y comercialización. Sólo cuando han vendido sus productos, se permite la entrada de los foráneos. Está claro que en España nos encontramos en la situación opuesta. Si de algo hablamos ahora más que nunca los productores frutícolas, es que, por más que le pese a los seguidores del padre del liberalismo económico, Adam Smith, se debe permitir el intervencionismo y, si esta palabra les suena a maldita, que la sustituyan por cualquier otra como regularización del mercado, acabar con los abusos que se producen diariamente como la especulación, acaparamiento de la producción, venta a pérdidas,… o la que más les guste, pero a ver si se enteran de que la crisis no es de Grecia, Irlanda, Porugal o EEUU, sino del capitalismo voraz en si mismo. Ahora tenemos la oportunidad de establecer un sistema que garantice la estabilidad económica de las potencias europeas y frenar los abusos que se producen, aunque los tiros parecen andar hacia otra parte.
El pasado martes, la Comisión Europea rechazó que se aprobara el acuerdo bilateral por el daño que nos ocasionaría. Ahora le toca el turno al Parlamento Europeo, que será la institución sobre las que pesará la responsabilidad de su aprobación, probablemente en el pleno que, previsiblemente, se celebrará en el próximo mes de octubre. Esperamos un no rotundo. Si realmente desean fortalecer nuestra economía y que salgamos de la crisis, hay que intervenir para proteger los pocos sectores que nos quedan, como la agricultura, y no empeñarse en debilitarlos aún más.
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