Resulta muy peligroso y perjudicial que el precio de las materias primas y muy especialmente de los cereales sufran volatilidad. El precio no puede estar ni muy alto ni muy bajo, ya que en ambos casos se producen efectos negativos. Si está muy bajo, los agricultores sufren pérdidas y dejan de producir. Si están muy altos, se dispara el precio de los alimentos dejando éstos de ser accesibles en los países en desarrollo y entre la población más pobres de los países desarrollados, conduciendo al hambre, según Lucien Bourgeois, miembro de la Academia de Agricultura de Francia y conocido experto agrario.
Bourgeois considera que la volatilidad de los precios de las materias primas se puede controlar contando con una política que mantenga unos niveles adecuados de existencias. Esta política se ha venido aplicando en la UE y EEUU desde hace años, pero se abandonó por razones presupuestarias.
Otra de las medidas propuestas es limitar la especulación de los mercados. Bourgeois señala que en los últimos 30 años, las exportaciones de cereales solo han aumentado en un 15%, mientras que la producción lo ha hecho en un 70%. En consecuencia, el mercado global ha ido perdiendo representación, al solo suponer un 18% de la producción de trigo, un 10% de la producción de maíz y un 7% de la producción de arroz, pero asombrosamente no ha perdido poder porque sigue usándose como referencia a pesar de su decreciente representatividad.
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