Todas las circunstancias parecen estar confluyendo este verano para disparar el riesgo de incendios. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) alerta de que la excepcional abundancia de precipitaciones registradas en invierno y en primavera han alimentado el desarrollo de la cubierta vegetal, lo que unido a la especial humedad y calor propios de la época y al preocupante abandono de campos, han incrementado espectacularmente la masa combustible seca en la geografía valenciana. “Las parcelas agrícolas han sido tradicionalmente los mejores cortafuegos pero la crisis arrastrada en el sector ha aumentado exponencialmente la superficie no cultivada o sin trabajar adecuadamente”, advierte el presidente de esta organización, Cristóbal Aguado.
Según la Encuesta de Superficies y Rendimientos de Cultivos de 2009 publicada por el MARM, la superficie abandonada acumulada en los últimos 8 años suma unas 130.000 Ha. Y la amenaza de fuegos afecta tanto a las zonas más pobladas del litoral, donde se acumulan innumerables vertederos improvisados donde antes existían parcelas agrícolas, como a las más deprimidas y próximas a las masas forestales. En el primer caso, el abandono cítricos –el cultivo más representativo- afectó en tal periodo a unas 15.000 Ha. En las zonas de interior la superficie dedicada por ejemplo a los frutos secos (almendros y algarrobos) se ha reducido desde 2002 en unas 47.000 Ha y el abandono llega a unas 6.000 en el caso de frutales de verano (melocotones, albaricoques y ciruelos). “El papel de la agricultura en la conservación del medio es cada vez más evidente e incluso en Bruselas se está consolidando la idea de aprovechar la reforma de la PAC a partir de 2013 para reconocer los servicios ambientales que los productores prestan”, matiza Aguado.
Antes de que tal cosa llegue a producirse y dada la conflictividad creciente suscitada en muchos municipios por las sanciones impuestas a propietarios por no mantener en condiciones sus parcelas, AVA-ASAJA trabaja en un documento con el que tratar de frenar el abandono de campos. Se trataría, en principio, de incentivos para extender los bancos de rotación de la tierra, acuerdos para economizar la limpieza efectiva de los campos, la cesión de brigadas forestales para acometer tales labores o la creación de parques agrarios.
El peligro de incendios, como se decía, es ahora especialmente importante a causa de la excepcional proliferación de matorrales. Así lo evidencian las imágenes mostradas por el Índice Diferencial de Vegetación (NDVI) que elabora la Agencia Estatal de Meteorología (AEAT), que desde hacía muchos años que no se mostraban tan verdes. Y tal cosa es la consecuencia evidente de una pluviometría anodina, con uno de los inviernos más lluviosos en 60 años (un 72% más de precipitaciones de lo normal) y con una primavera igualmente destacada (un 27% superiores a la media).
El tercer ingrediente de este explosivo panorama radica en el cálido verano que se prevé que vayamos a padecer en la Comunitat. Efectivamente, según la AEMET, se dará un estío con temperaturas 1 ó 2 grados por encima de la media en las zonas de interior y también superiores a lo habitual en la costa. En este sentido, AVA-ASAJA recuerda a los agricultores que existe una orden para regular la quema de rastrojos y que para realizar tal práctica se requiere, además, de un permiso municipal.
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