La Comisión Europea se ha comprometido a aumentar la vigilancia y los controles en nuestras fronteras. ¿Cuántas veces hemos escuchado esta promesa? La citricultura no necesita promesas, sino hechos reales y consumar políticas de protección enérgicas. La realidad existente vuelve a demostrar que todavía no hay un control fitosanitario suficiente. De hecho, una nueva plaga amenaza a nuestros cítricos. Se trata de una cochinilla que procede de África y deforma los frutos hasta hacerlos totalmente inservibles para la comercialización. Éste, no es el único caso.
Sólo teniendo en cuenta la citricultura, en los últimos 10 años ya llevamos casi una decena de plagas, que atentan contra este estratégico sector, que en plena crisis es capaz de mantener el número de puestos de trabajo. Todo un logro por su parte y una tragedia lo de los Gobiernos, que son incapaces de proteger y fortalecer nuestro territorio.
Resulta intolerable que no se exijan las mismas medidas de calidad y seguridad alimentaria, llámese el BRC, el Global Gab, Trazabilidad o ISO Buenas Prácticas en la Agricultura, etc., a los productores foráneos, que a los europeos. Las normativas deberían consolidarse y cumplirse por parte de todos, especialmente porque así se protegerá la salud de los consumidores, se evitaría el contagio de plagas y que sigan extendiéndose las enfermedades alimenticias.
Las normas, están para cumplirlas y, en teoría, todos deberíamos ser iguales ante la ley, pero este derecho fundamental se incumple con los empresarios agrícolas de la provincia, que cada día vemos como se cuelan productos extranjeros de una calidad muy dudosa a precios irrisorios, sin garantía fitosanitaria alguna.
Si existiera un mínimo de justicia y todos tuviéramos que cumplir las mismas normas, España dejaría de ser un mercado atractivo para la entrada de productos de terceros países. Como se está viendo día a día, no sólo se evitaría que ocurra de forma sistemática el dumping social, si no que además se protegerían nuestros campos, cultivos y, en definitiva, nuestra economía.
Tampoco resulta del todo impensable que se impongan ciertas restricciones, en vez de, favorecer la entrada masiva de los artículos extranjeros, que han hundido sectores económicos, que en su época fueron tan boyantes como el del calzado. De hecho, parece que EEUU una vez más vuelve a adelantarnos en esta materia. Los americanos impiden la entrada de productos europeos hasta que no hayan vendido todos los suyos. Todo un ejemplo a seguir por parte de la Unión Europea y a ver si es cierto de una vez por todas que refuerzan los controles fitosanitarios en las importaciones, tal y como sí cumplen en las producciones internas.
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