Hasta la fecha la Justicia no ha hecho sino dar la razón a las tesis defendidas desde un primer momento por AVA-ASAJA, que siempre advirtió que no cabía imputar delito alguno a quienes plantaron o injertaron Nadorcott antes de su registro. Cosa que, en primera instancia y tal como informó esta organización sucedió en octubre de 2004 pero que a efectos jurídicos se ha ampliado finalmente al 15 de febrero de 2006. Lo único que la Justicia aún no ha dilucidado es cuál debe ser la ‘indemnización razonable’ que se podría reclamar a quienes han venido cultivando la mandarina antes de tal fecha. Efectivamente, desde comienzos de 2009 se suceden las sentencias que confirman el fracaso de la campaña que por la vía penal emprendió Geslive primero y el Club de Variedades Vegetales Protegidas (CVVP), más tarde. La organización agraria denuncia cómo en los últimos meses el nuevo gestor de esta mandarina –el CVVP- ha abierto un nuevo frente en dos direcciones: con acciones civiles contra quienes fracasó en lo penal en las que se reclaman indemnizaciones que están lejos de ser ‘razonables’ y con nuevas amenazas a aquellos citricultores que se dirigieron al Club para lograr una licencia de explotación y a los que ahora les exige arrancar sus huertos.
“Primero amenazaron con penas de cárcel y tras fracasar en ello, lejos de pedir disculpas ahora se aprovechan de la falta de precedentes para pedir indemnizaciones abusivas”, advierte el presidente de esta organización, Cristóbal Aguado. Es el caso, por ejemplo, de una explotación con 4.500 árboles plantada antes de la fecha indicada y por la que el CVVP reclama a su propietario más de 350.000 euros. En la demanda se desglosa esta pretensión económica arguyendo –a juicio de AVA-ASAJA- conceptos tan peregrinos como el beneficio económico obtenido por el supuesto ‘infractor’ (la venta de la cosecha) o por el “daño moral causado por el desprestigio” de la variedad. A este respecto, la organización reitera que –según la regulación comunitaria en la materia- el titular de la protección sólo podrá actuar contra la fruta (la cosecha) si proviene de material vegetal no autorizado. Dado que, hasta el citado 15 de febrero de 2006, no se confirmó el registro de la variedad, el titular del cítrico no tendría ningún derecho sobre las plantaciones anteriores a tal fecha.
Por otra parte, AVA-ASAJA viene atendiendo un aluvión de consultas de citricultores que plantaron la variedad antes de la citada fecha clave y que por propia iniciativa y con la mejor intención, contactaron con el Club para tratar de ‘regularizar’ sus explotaciones. Tales productores aspiraban a obtener una licencia de explotación y estaban dispuestos a hacer un dispendio importante, no ya los 7 euros por planta que hace unos años se reclamaban por la licencia sino los 20 euros por árbol o incluso más con los que hasta no hace mucho se accedía a dar tales permisos. Lejos de conseguir tal cosa, el CVVP ha usado la información identificativa dada voluntariamente para dirigirse a ellos y reclamarles, so amenaza de acciones legales, que eliminen sus árboles. AVA-ASAJA recomienda a quienes se encuentren en esta situación que no entreguen documentación alguna y que, en caso de hacerlo y recibir una comunicación posterior del Club, se asesoren convenientemente antes de acceder a arrancar, para lo cual pone a disposición de sus asociados su servicio jurídico. Las consecuencias de acceder a las pretensiones del CVVP podrían ser nefastas: si se eliminan los árboles de Nadorcott no se podrían hacer las periciales para determinar su antigüedad y su consecuente situación jurídica, con lo que se abriría la puerta al Club para que reclamase mucho más de lo que en derecho le correspondería, una ‘indemnización razonable’.
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